El chileno que revolucionó la forma de comprar en las bodegas
El chileno que revolucionó la forma de comprar en las bodegas
Redacción EC

GDA.- Luego de estudiar en un exclusivo colegio de Santiago, en , y aún siendo alumno de Ingeniería Comercial en la Universidad Católica, en el 2011, José Manuel Moller hizo algo que marcó un antes y un después en su historia: vivió año y medio en la populosa comuna de La Granja.

Vivió, dice, como el 80% de los chilenos, “con harta dificultad”. Tras 18 meses ahí, Moller se fue con una gran idea en la cabeza: . Una empresa que hoy revoluciona la forma de consumir en los (bodegas) de Santiago, al vender –a precios al por mayor– algunos de los productos de la canasta básica familiar.

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Entre el 2014 y el 2015, Moller ha ganado una decena de premios en concursos de innovación y emprendimiento en Chile y el extranjero, gracias a esa simple pero provocadora idea que es Algramo.

– “Yo estudié en el Manquehue y ahí nació mi inclinación por lo social. Nosotros teníamos cursos obligatorios en tercero y cuarto de media que se hacían en poblaciones. Todos los miércoles iba a hacer clases de matemática a chicos dos o tres años menores. Eso te hace ver que eres una minoría, que afuera están pasando más cosas”.

Ya en la universidad, entró como voluntario a Un Techo para Chile e inició una agitada vida política. De hecho, renunció a Techo porque se oponía a que la entidad recibiera aportes de empresas mineras que tenían problemas ambientales. “Solo querían lavarse la cara”, dice.

Fue cuando se fue a vivir a La Granja con tres compañeros. Trabajaban en lo que podían, luego juntaban el dinero y Moller era el encargado de hacer las compras.
Así fue como él se dio cuenta de que cada vez que compraba en el almacén de la esquina le salía el doble que en un .

– “Es el impuesto a la pobreza: lo que se paga de más en los almacenes de barrio, porque como tú no tienes el dinero suficiente para hacer una compra al mes o a la semana, compras al día. El descuento de un 30% o 40% que logras cuando compras por más cantidad en el supermercado ahí se te carga”.

José Manuel pensó en una empresa que ayudara a resolver el problema: apareció la idea de vender a granel, pero –con ayuda de la tecnología– con precios al por mayor.

El primer problema que enfrentó fue encontrar una máquina que entregara el producto de la misma manera que un dispensador de café, es decir, que con solo introducir una moneda entregara el producto en la medida justa. Ni en Chile ni en Europa había la máquina que necesitaba.

– “Nosotros queríamos que el comprador hiciera todo: que metiera una moneda en la máquina, pusiera su envase plástico retornable y saliera la cantidad exacta del producto que compró. Por eso, tuvimos que inventar la máquina”.

Era mediados del 2012. El primer prototipo de máquina expendedora de comida y mercadería al gramo lo inventó él, pero no funcionó.

El diseñador industrial Salvador Achondo, con quien se asoció en el 2013, lo ayudó con el segundo y tercer prototipo. El prototipo final estuvo terminado en el 2014. Con él se acercaron a varios almaceneros de La Pincoya, quienes no se interesaron.

– “Los almaceneros no me pescaron mucho –recuerda Moller–, hasta que llegué donde Patricia Sagredo. Había trabajado con ella en Un Techo para Chile, entonces se enganchó”.

– “Cuando llegó la máquina –dice Patricia–, la gente se puso curiosa y comenzó a preguntar qué era. Yo les expliqué que con ella podíamos vender el mismo arroz, azúcar y detergente, pero más barato. La gente al principio no tenía confianza, luego se atrevió y de a poco empecé a vender mucho más Algramo que de las otras marcas”.

Los problemas surgieron de inmediato con la máquina: se quedaba pegada o no daba vuelto. Por eso, lanzaron un sistema paralelo de envases retornables, similar al que se utiliza con las bebidas. Se trata de potes de plástico que se llenan con lentejas, garbanzos, etc.

Un año más tarde, Algramo vende nueve productos a granel: lentejas, garbanzos, porotos burros, negros y blancos, además de arroz, azúcar, puré y detergente en 350 almacenes de Santiago. La máquina, por ahora, se entrega gratis a los almaceneros.

– “El producto –explica Patricia Sagredo– se vende porque es más económico. Por ejemplo, el medio kilo de azúcar cuesta 400 pesos y el de Algramo, 300. ¡Es plata!”.

– “La idea es resolver una problemática social y ambiental de una manera rentable”, dice Mollar. Algramo hoy inicia un proceso de internacionalización gracias a que ganaron un capital semilla de Corfo, que incluía llevar el negocio a países de la región. El elegido fue Colombia, donde la venta total proviene en el 55% de los almacenes. En el caso de Chile es 33%.

– “Mi sueño no es que alguien venga a comprarme Algramo, sino encontrar gente que quiera invertir en el negocio y que crezca, y que se hagan más como este, porque si todas las empresas optaran por este tipo de venta y bajaran los precios, se cumpliría lo que buscamos”, anota Moller.

DATO
► En el Perú, el 72% de los productos básicos como azúcar o arroz se venden en bodegas y mercados de barrio, según CCR.

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