¿Por qué se ha dicho que la clasificación de Uruguay a la segunda ronda de la Copa del Mundo es un milagro? La respuesta no se circunscribe solo al ámbito deportivo, a pesar de que la selección charrúa venció a dos campeones mundiales –Inglaterra e Italia- para llegar a octavos de final.
Visto desde la realidad del fútbol profesional uruguayo, o básicamente, desde su economía, la clasificación es un milagro porque lo hecho no se condice con lo que hay. Desde esa perspectiva, lo conseguido por los celestes es científicamente inexplicable.
Una serie de datos hechos públicos por entidades oficiales como la Conmebol, la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) y el Sindicato de Futbolistas Profesionales de Uruguay sirven para confirmar lo dicho. Con base en las cifras, la liga charrúa es una de las más pobres de la región y una en donde las condiciones laborales son de las más complicadas.
Por ejemplo, en el campeonato profesional uruguayo compiten 16 equipos profesionales pero solo hay 10 estadios habilitados para los partidos, de los cuales únicamente el Centenario, ubicado en la capital, Montevideo, supera la capacidad para 60 mil espectadores. El resto no pasa de los 25 mil asientos.
El tema salarial es todavía más difícil. Según el sindicato, entre el 2010 y el 2013 el promedio que percibían los jugadores de la primera división fue de US$1.150. Una remuneración que en el Perú está más cerca a la de los equipos de la segunda división. Y si se trata de esta categoría, en la liga charrúa los sueldos bajan a los US$550 como media.
Otro problema es la oferta de trabajo. Para el 2010, año en que la selección celeste alcanzó el tercer lugar en la Copa del Mundo, cerca de 300 futbolistas uruguayos se mantuvieron desocupados, una estadística alta para una liga con 16 clubes emplea a casi la misma cantidad.
Así, entonces, es perfectamente entendible por qué para esta cita mundialista el entrenador de la selección nacional, Oscar Washington Tabárez, haya sido considerado el técnico que menos gana de todos los seleccionadores nacionales que compiten en Brasil, con menos de US$300 mil de remuneración anual.
Esta realidad es, también, la razón por la que Uruguay es de los países con mayor índice de exportación de futbolistas profesionales por población: la suya no supera los tres millones de habitantes. El milagro uruguayo, si hay alguna forma de explicarlo, quizás tenga que ver con esto.