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Me encuentro con personas que cuestionan la importancia de trabajar con intensidad. Para mí es la única manera de lograr metas, crecer y avanzar. Ojalá que estas ideas animen a más de uno a repensar su disciplina de trabajo.
1.- Los resultados acompañan más naturalmente a quienes ponen alma, vida y corazón en lo que hacen. Atletas laureados y emprendedores exitosos, como muchos otros profesionales destacados, viven a diario la experiencia de trabajar al límite de sus fuerzas. Para mover montañas y construir algo significativo toca dedicar toda nuestra energía a la tarea. La intensidad que le ponemos al trabajo –que no es lo mismo que ser adicto al trabajo– hace toda la diferencia para ir más rápido, llegar más lejos o lograr mucho más. No son las horas trabajadas, sino la dedicación, la fuerza y la pasión que le ponemos lo que define el nivel de resultados que alcanzamos.
2.- La satisfacción de “dejar todo en la cancha” por una meta genera un alto nivel de adrenalina y una sensación incomparable. Muchos señalan que la mejor época de sus vidas fue aquella donde trabajaron con una intensidad y una pasión que no sabían que eran capaces de tener.
3.- La competencia nos impone cada vez más trabajar con intensidad. El mercado laboral está lleno de gente aguerrida, innovadora, ambiciosa y con hambre de éxito. También hay muchos extranjeros en el Perú acostumbrados a mercados más exigentes y demandantes que el nuestro. Trabajar con intensidad es la única manera de brillar, sobresalir, diferenciarnos y, sobre todo, dejar a la competencia atrás.
4.- La energía que genera el trabajo intenso es contagiosa, inspira, motiva y estimula a los demás a dar también lo mejor de sí mismos, creando un círculo virtuoso que le facilita al equipo lograr resultados excepcionales, innovar e incluso transformarse cuando es necesario.
5.- La calidad de nivel internacional que el mercado hoy demanda en todo, así como el cumplimiento de contratos, condiciones y plazos cada vez más ajustados, exigen dar lo máximo de nosotros mismos y ponerle mucha garra a lo que hacemos, sin excusa que valga.
6.- La reputación de un profesional parte del boca a boca que construye su marca y le trae más trabajo y atrae más clientes. Nada impacta más positivamente la marca personal que trabajar con excelencia, generar resultados sobresalientes y agregar valor. Y eso solamente se consigue –y se sostiene en el tiempo– poniendo fuerza, intensidad y compromiso a nuestra manera de trabajar, evitando cualquier esbozo de complacencia o mediocridad.
7.- La responsabilidad por hacer un buen trabajo nos obliga a dejar de lado todo tipo de excusas, apatías, abulias, flojeras, rencillas o complejos que no conducen a nada y, sobre todo, que no producen nada bueno ni positivo. Trabajar con intensidad, pasión y disciplina, ponerle mucha cabeza a los problemas y meterle el corazón al día a día es vital para surgir, equivocarnos menos y triunfar. Y ahora, además, nos toca hacerlo –a todos– por el Perú.
El Comercio no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.