Los gerentes de operaciones de la industria de alimentos y bebidas saben que, en las fábricas, almacenes y diversos tipos de plantas, existen problemas subyacentes relacionados a la calidad y la eficiencia energética. Ellos tienen que lidiar frecuentemente con estos problemas, ya sea para asegurar la productividad, optimizar sus costos de producción o mantener la competitividad de la organización.
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Cada vez que ciertas fluctuaciones de energía superan los rangos de tolerancia de las máquinas y activos, se produce un deterioro que puede dañar los equipos y paralizar la producción. Este silencioso enemigo de la productividad son las subtensiones transitorias y los microcortes de energía. Aunque no se trata de los apagones de antaño, estas interrupciones de menos de un segundo son capaces de mermar la continuidad y el rendimiento de las operaciones industriales, lo que impacta negativamente en el negocio y podría complicar el abastecimiento de productos de primera necesidad para muchas familias.
Para evitar estas funestas consecuencias, es clave que esta industria –que con la actual pandemia ha cobrado mayor relevancia– posea un suministro energético moderno y digitalizado. Ese tipo de suministro debe tener integrado soluciones para atacar los mencionados problemas y, al mismo tiempo, generar eficiencias.
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La buena noticia es que se han desarrollado soluciones capaces que darle esos atributos al sector. Un buen ejemplo son los acondicionadores de voltaje de gran potencia, los cuales son capaces de reducir hasta el 90% de las fallas asociadas a la calidad de la energía. Estas soluciones, además, se pueden combinar con sistemas que monitorean la calidad de la energía en tiempo real y sensores que permiten conocer el estado de los equipos.
Un suministro de energía que se gestiona a través de esta clase de soluciones es fundamental para evitar paradas intempestivas de las operaciones. Pero también ayuda a recortar picos de consumo de energía, lo que evita sobrepasar las potencias contratadas y generar sobrecostos. El sector de alimentos y bebidas tiene un amplio potencial para desarrollar este tipo de gestión.
¿Qué tanto se ha avanzado en implementar estas mejoras? Tras invertir en digitalizar y automatizar procesos en planta, como la formulación, mezclado, refrigeración, entre otras medidas, hoy las compañías de alimentos y bebidas han empezado a poner foco sobre la gestión de energía de sus operaciones.
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Aunque hasta ahora eran una alternativa de mejora continua a mediano y largo plazo, la pandemia provocada por la COVID-19 ha puesto sobre la mesa la necesidad de acelerar la gestión energética y digitalización industrial. No solo para reducir la aglomeración de personal en planta dedicado al mantenimiento o reinicio de equipos ante interrupciones, es también esencial para promover una cultura de eficiencia energética y alentar la disminución de emisiones de gases de efecto invernadero.
Es importante tener claro que la eficiencia energética es sinónimo de sostenibilidad y menor impacto ambiental. Un manejo preciso de la energía en la industria, y en particular de la pujante industria de alimentos y bebidas peruana, no hará más que impulsar la competitividad y la recuperación de la economía. Esta es una meta a la que todos debemos apuntar.