El Marco Macroeconómico Multianual publicado por el Ministerio de Economía define una nueva -y más amplia- trayectoria de reducción del déficit fiscal hasta el 2026; producto del agotamiento de recursos, la caída de ingresos y el endeudamiento. ¿Qué piensa de dichas proyecciones?
La cautela y sana preocupación siempre son buenas en materia de política económica, pero mi impresión es que se requiere focalizar mejor el tema fiscal y de deuda pública en Perú. Si no hubiera ocurrido el tremendo choque de oferta y demanda en el marco del COVID, estaría de acuerdo con ese tipo de opiniones. Mi opinión es que nos estamos alejando, en extremo, de ese hecho esencial. La deuda pública global superará el 103% del PBI el 2021, los déficits fiscales promedio bordearán el 10% del PBI y el 2020 más del 95% de las economías estarán experimentando recesión abierta. Tenemos que ubicarnos en ese escenario para realizar un análisis correcto, equilibrado y juicioso. El Perú mostrará una deuda pública de sólo 38% del PBI. Todas las economías del mundo incrementarán, ineludiblemente, su deuda pública; pero el Perú no perderá su posición privilegiada continuando siendo una de las menos endeudadas de toda América Latina.
¿Cuál es la situación de los ahorros en el país?
Los ahorros se estiman en casi el 15% del PBI. Este año se ha utilizado alrededor de un 5% para financiar el déficit asociado al COVID. Esos ahorros eran para ser empleados en casos excepcionales como el de ahora. Eso está claramente establecido en la Ley. ¿Querían que no los usemos? Si hubiera sido así, la crítica hubiera sido la contraria “¿por qué no se utilizaron?” Insatisfacción plena. A pesar de lo empleado aún nos quedan parte de esas reservas para el próximo año.
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¿Cuál debe ser el manejo con los niveles de deuda que pueda asumir el Perú?
Primero debemos tener algo muy claro: decir que la deuda neta es un mejor indicador que la deuda bruta no tiene sentido en el fondo. Si deja de subir el segmento neto de la deuda, subiría inevitablemente el segmento total de la misma y viceversa. Se ha optado, en Perú, por combinar los dos impactos. Eso es razonable. Lo objetivo es que era insalvable incrementar la deuda pública. Si no hubiéramos utilizado parte de nuestro ahorro financiero, la deuda pública bruta estaría en más del 45%.
Ahora se ha suspendido el límite de endeudamiento establecido en la ley. ¿considera prudente dicha decisión?
En casi todas las economías del mundo con reglas de prudencia y transparencia ha sido suspendido los limites fiscales. En México, el límite más que suspenderse se ha ampliado al 70% del PBI. Nadie se rasga las vestiduras por ello en el momento actual. Ni el FMI. Claro está que el Perú debe cuidar su imagen de manejo prudente y diferente. El límite de 30% vigente, se podría subir, sólo excepcional y temporalmente a 40%, por ejemplo. Esto podría ser válido para los cinco próximos años y luego que se normalice el frente internacional, retomar el límite al 30% tradicional. Dejarlo como está es aceptar un “corsé” imposible de colocar. Habría que evaluar cifras con detalle y seriedad, pero dejo la idea allí.
¿Nuestro perfil de deuda pública nos muestra una posición relativamente ventajosa con respecto a la región?
Fíjese, nuestra deuda pública continuará siendo una de las más bajas en el mundo. Adicionalmente, está en un 90% comprometida a tasas fijas, en algo menos del 60% establecida en soles y su periodo medio alcanza los 12 años. A eso agrégale que, somos una de las pocas economías de la región que, a pesar del COVID, muestra una calificación crediticia en Mercado Emergente que no ha sido modificada. Algo más aún, el pago de intereses por deuda ha sido de alrededor del 1% del PBI, en ningún escenario habrá una disparada extrema de este indicador.
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¿Existe espacio para una mayor eficiencia en el gasto tanto de capital como corriente?
La visión debe ser integral: gasto, inversión, base tributaria, informalidad, reevaluar la estructura tributaria del impuesto a la renta, las exoneraciones entre otros. Si le damos una evaluación integral y reestructuramos la composición del gasto, en los próximos años la necesidad de impulsar el gasto corriente tenderá a reducirse porque la emergencia del frente fiscal responde a un hecho transitorio que es el COVID. En la medida que desaparezca, ese gasto corriente pasará a gasto de capital.
En el 2021 se proyecta un rebote en el crecimiento económico global. ¿Esto significará un ajuste en la posición monetaria expansiva de los bancos centrales? ¿Se verá un cambio en las tasas de interés?
En el actual contexto internacional existe consenso que por un buen tiempo se buscará mantener las tasas de interés cercanas a cero. Solo ese hecho debe hacernos repensar y aprovecharlo inteligentemente, a la vez de salir de esquemas convencionales del análisis fiscal. Hoy día los montos de sobreendeudamiento público, corporativo y de hogares son extremos a nivel global. Si los principales bancos centrales del mundo desearan acortar sus hojas de balance de manera convencional el frente corporativo podría colapsar. Lo que ocurrió a fines del 2018 con Powell en la FED fue sintomático, apenas se incrementó la tasa de referencia a alrededor de sólo 2,5% las Bolsas de Nueva York casi colapsan. Lo mismo sucede hoy en Europa, Japón y Reino Unido. El problema es global, no solo de Perú. Siento que algunas críticas son algo exageradas. Debemos estar prudentemente atentos, pero no sacar nuestras opiniones del contexto internacional que vivimos.
¿De qué dependerá el crecimiento del Perú en 2021 y los próximos años?
Históricamente, nuestra velocidad crucero de crecimiento del PBI promedio anual cada cinco años, en el mediano plazo, se encuentra en un rango de 3,5 y 5,5%. Si China recupera progresivamente su 6% de crecimiento hacia el 2023, si los programas expansivos a nivel global en el frente monetario y fiscal logran mediano efecto y si los precios de minerales no nos son adversos, podría ser algo más inclusive. Hoy en día se estima que el mundo recuperará el nivel del PBI de diciembre del 2019, hacia mediados del 2022. Pienso que no será fácil, sin duda, pero tampoco es una cifra sin sustento alguno.
No todas las proyecciones manejan ese grado de optimismo.
¿De quiénes? Quienes nos dijeron que el PBI peruano caería 20% y hasta más este año. Ese adelanto de opinión hizo mucho daño a las expectativas de Perú. Siempre hay riesgo que el crecimiento estimado de 4,5% no se cumpla. Eso es correcto, pero en esa situación no deseada les aseguro que el mundo tendría muchas más restricciones que el Perú y la solución a la deuda vendrá concertada desde afuera producto de un reordenamiento internacional. Cuando el problema es global, la solución final viene del lado global también.
¿Estamos en una situación delicada como la de la gran recesión del 2009?
La crisis nunca son iguales. En este caso del sobre endeudamiento mundial, este viene de antes de a la crisis del COVID. Regulaciones como Dobb - Frank en Estados Unidos no han podido evitar esto esta última década. La combinación de bajas tasas de interés, deducciones tributarias asociadas a la toma de préstamos, incentivos a un mayor retorno empresarial vinculado a un mayor apalancamiento, la posibilidad de recompra de acciones con deuda, esto generó este sobreendeudamiento también empresarial norteamericano y mundial. En esa tormenta, Perú se mantiene en un escenario Post COVID con una posición mucho menos apremiante. Esto no nos exime de retos.
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¿Percibe usted alguna sobreestimación en los niveles de ingresos proyectados?
Lo que pienso es que China va crecer este año 3% y no el 1% esperado y que recuperará los próximos años su velocidad crucero cercana a 6%, pienso que el esfuerzo contracíclico fiscal y monetario mundial ha sido inmenso y se hará sentir en el rebote del PBI de muchas economías el 2021. De otro lado, si el gasto en Perú se proyectaba menor, la crítica hubiera sido que no estaría alineado con la necesidad de recuperar la demanda interna. Repito, hay insatisfacción total desmedida. Proyectar en el mediano plazo es un reto mayor, hagas lo que hagas, siempre surgirá alguien que pondrá en tela de juicio tus cifras. La verdad no conozco un Marco Macroeconómico Multianual sin observaciones similares a las que se viene haciendo al vigente.
El Consejo Fiscal ha puesto en duda la propuesta de consolidación fiscal del Marco Macroeconómico y que no garantiza un control de la deuda en el mediano plazo. ¿Está usted de acuerdo?
El Consejo Fiscal está haciendo una buena labor. Su trabajo es señalar y remarcar posibles alarmas. Lo que me parece debe hacer también es puntualizar la probabilidad de ocurrencia de tales posibles alarmas para no generar malos entendidos en los agentes económicos. Sin embargo, para una economía como Perú, la Ley debería asignarle mayor peso a la necesidad de poder recomendar salidas estructurales a nuestra problemática fiscal. Pienso que, en una economía con tantas carencias como la peruana, la ley debería ser más ambiciosa en cuanto a lo que debe contribuir el Consejo. No basta con señalar reiteradamente que es necesario incrementar los ingresos fiscales, ser prudentes con los gastos y mejorar la calidad de los mismos. Eso lo sabemos todos. Debe plantear y recomendar estrategias para ampliar la base tributaria, para evitar el crecimiento del componente inflexible de los gastos corrientes, para reducir exoneraciones y evasión, para evitar la regresividad de los tributos. En fin, esa no solo debe ser una labor del MEF dado que a veces, este se concentra mucho en el día a día.
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El Congreso está diseñando hoy una propuesta de reforma del sistema de pensiones. Sin embargo, mucho se ha advertido que su aplicación también demandará un fuerte esfuerzo fiscal. ¿Existirá el espacio para aplicarla en un mediano plazo?
La reforma del sistema previsional es una necesidad y debemos considerarla bajo varios criterios. El primero es la prudencia y oportunidad: desarrollar una propuesta de reforma en un contexto pre electoral es plenamente peligroso. La primera sugerencia que haría es que esa reforma la debe liderar el nuevo Congreso. Por otro lado, esta reforma debe concebir los grados de libertad que se generan en el frente fiscal o las recesiones que se generarían como consecuencia de su implementación. Es por ello que debería considerar una progresiva implementación. Así no afectaría una convergencia en las metas de déficit.