“Y para nosotros, los economistas, la estabilidad y la confianza son elementos básicos para hacer que esta economía avance", indicó Thorne (Foto: Reuters)
“Y para nosotros, los economistas, la estabilidad y la confianza son elementos básicos para hacer que esta economía avance", indicó Thorne (Foto: Reuters)
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Mucho se discute hoy la conveniencia de apuntalar nuestra política monetaria y fiscal a efectos de activar más las posibilidades de impulsar más nuestro crecimiento. Se ha hecho un llamado, por ejemplo, a la necesidad de reducir la tasa de referencia del BCR y, adicionalmente, a modificar regímenes especiales a nivel tributario, recientemente creados. En ese orden de ideas, vale la pena reflexionar si basta con el accionar de la política monetaria o fiscal para superar nuestras limitaciones y lograr un mayor crecimiento.


Por el lado monetario debemos ser prudentes. Se continúa sobrevalorando su efectividad en materia de recuperación económica. Cuando el crédito representa solo el 40% de la dinámica del PBI, cuando la dolarización del mismo supera el 30%, cuando la informalidad representa casi tres cuartas partes de nuestro frente laboral y cuando la institucionalidad es casi un desastre, la efectividad de la política monetaria se resiente sustancialmente.

En este contexto, la reducción de la tasa de referencia del BCR para inducir al crecimiento del crédito y con ello pretender reactivar no es más que una señal para las graderías. Aun en el extremo, si se insistiera con esta política, bajo las circunstancias actuales, y se lograra impulsar el crédito por encima de la dinámica de los ingresos, lo único que se incubaría es el deterioro de la calidad de los activos de nuestro frente bancario y ello generaría, en poco tiempo, una nueva tendencia al alza del costo del crédito. Actuemos con cuidado en este frente.

En el frente fiscal, las posibilidades de impulsar el crecimiento son mayores, pero, seamos sinceros, la actual situación de la brecha pública no deja de ser delicada. En el Perú, el mayor déficit fiscal lo ha alimentado la caída creciente de la recaudación de ingresos fiscales y no tanto el impulso a un mayor gasto. En esas circunstancias, se ha recomendado impulsar significativa y temporalmente la inversión pública a fin de que se logre estimular la demanda y recuperar el crecimiento. Lograr esto y, al mismo tiempo, cumplir la trayectoria fiscal en el mediano plazo necesitará cirugía fina.

Increíblemente, teniendo recursos gubernamentales, la inversión pública ha venido decreciendo más de lo que lo ha hecho la misma inversión privada. Eso solamente pasa en el Perú y demuestra que el problema central es de capacidad de gestión. La política monetaria tiene sus límites, la fiscal se sitúa en un contexto delicado donde solamente será efectiva si se actúa con extrema proactividad y cautela.

Frente a este escenario, se requiere mucho más que política monetaria o fiscal para salir de nuestras limitaciones de crecimiento. Se requieren ideas frescas y credibilidad. Se requiere, nuevamente, revisar integralmente el marco legal y operativo asociado al impulso a la inversión. Se requiere que un remozado equipo lidere, excepcionalmente, las acciones de los gobiernos regionales y locales a fin de destrabar, priorizar y acelerar la ejecución de proyectos. Se requieren relanzar el segmento viable de los llamados megaproyectos y acelerar las APP ya aprobadas y las que estarían por entrar. Todo esto demanda, por supuesto, evitar alimentar la corrupción. Con lo hecho hasta hoy, no andamos. A coyunturas excepcionales, medidas excepcionales. No hay alternativa.

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