(Foto: El Comercio)
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Luis Fernando Alegría

La , en la historia, ha sido vista como el sector sobre el cual el país construiría su camino hacia el desarrollo a través de la industrialización. Este rubro explica alrededor de 16,5% de la economía nacional y es el segundo sector que más empleo formal concentra, según cifras del Banco Mundial.

En los últimos cuatro años, sin embargo, ha sufrido una recesión que ha reducido la producción industrial un 2% anual, en promedio. Así, el país ha sufrido un proceso de ‘desindustrialización’ que ha destruido 10% del y ha llevado a que se utilice menos del 35% de toda la capacidad instalada para producir.

¿Cómo se llegó a esta situación? El economista principal del BBVA Research y ex viceministro de Mype e Industria Francisco Grippa explica que la industria no primaria –la que genera productos con más valor agregado– responde, en primer lugar, al desempeño de otros sectores.

Así, observa que actividades con alta demanda de manufacturas, como construcción o servicios, se han desacelerado o contraído en los últimos años y eso incide en la producción industrial. La demanda del mundo por estos bienes –agrega– también tiene un rol clave.

Por el lado de la oferta también existen problemas que inciden en la crisis industrial, que son la falta de competitividad y productividad, anota Grippa.

ENFERMEDAD CONTAGIADA
Además de estos factores, existe un fenómeno que se conoce como ‘enfermedad holandesa’, que ha contagiado a la manufactura peruana.

El término fue acuñado por “The Economist” en 1977 para referirse a lo que sucedió en Holanda en la década de los 60. En ese momento, en el país europeo se descubrieron yacimientos de gas natural que dispararon las exportaciones, lo cual generó un fuerte influjo de divisas y la consiguiente apreciación de la moneda local. Esa fortaleza de la moneda golpeó la competitividad de las industrias y del agro holandés. El ‘boom’ de los ‘commodities’ que el Perú experimentó entre el 2003 y 2012 fue la causa de nuestra propia ‘enfermedad holandesa’: el sector industrial estuvo a la sombra de la producción y exportaciones mineras. La ingente entrada de dólares de las exportaciones llevó el tipo de cambio a la baja (en el 2012 estuvo, en promedio, debajo de S/2,65) y eso afectó a las manufacturas.

En este diagnóstico sobre la industria nacional coinciden el ex ministro de la Producción Piero Ghezzi y , premio Nobel de Economía en el 2008, que le fue otorgado por su aporte para entender los patrones de comercio internacional.

(Infografía: Antonio Tarazona)
(Infografía: Antonio Tarazona)

EN BUSCA DE LA CURA
Pensar en revertir la recesión de la industria requiere hacerse una pregunta previa: ¿Es el Perú realmente un país que pueda y deba enfocarse en tener un gran sector manufacturero?

En 1817 el economista inglés David Ricardo esbozó la primera teoría de comercio exterior, que llamó modelo de ventajas comparativas. La tesis es simple: los países tienden a especializarse en producir bienes en sectores en los que son mejores, es decir, son más eficientes; y la historia económica del mundo avala las conclusiones de Ricardo. Los países avanzados tienen claramente marcadas sus ventajas comparativas. Por ejemplo, Estados Unidos, China o Alemania son países industriales; mientras Noruega, Canadá o Australia exportan predominantemente materias primas. Diversos especialistas coinciden en que las ventajas comparativas del Perú no están en la rama manufacturera y, por lo tanto, no debería buscar su desarrollo a través de políticas de industrialización.

Paul Krugman, en su última visita al Perú, consideró que exportar productos de valor agregado no debiera ser una prioridad para el país, sino diversificarse en sectores donde es productivo, como servicios.

Richard Baldwin, coautor de Krugman en investigaciones, ha sugerido, las últimas dos veces que estuvo en Lima, que el país desarrolle servicios alrededor de la minería, que es su sector más fuerte. Sin embargo, Francisco Grippa advierte que, antes de descartar a la industria por no tener ventajas, el país necesita primero destrabar los aspectos que limitan estructuralmente al sector. Así –señala– se podría ver si tenemos ventajas para explotar actividades industriales.

¿Qué se ha hecho en políticas públicas al respecto? Grippa resalta que el Ministerio de la Producción (Produce) ha estado concentrado en fomentar la competitividad y productividad manufacturera, sin caer en subsidios directos a la actividad. El Plan Industrial y posteriormente el Plan Nacional de Diversificación Productiva iban en esa dirección, recuerda.

“Ahí [en esos planes] está mucho de lo que era factible hacer. Me parece que pasa mucho por reducir las trabas para el sector y la economía. Desatar y que las empresas puedan competir”, comenta.

La Sociedad Nacional de Industrias (SNI) considera que requiere menor carga tributaria y rigidez laboral para poder ser competitiva. Grippa coincide en que flexibilizar el mercado laboral es clave, pero advierte que reducir impuestos puntuales ayudaría solo artificialmente.

El Produce espera que la producción manufacturera crezca 3,7% este año y ha anunciado que elabora un nuevo plan para el desarrollo del sector, que presentará a fin de año. Mientras tanto, la realidad sugiere apuntar hacia otra cura de la enfermedad.

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