Alicorp duplicará producción de balanceados en Ecuador
Alicorp duplicará producción de balanceados en Ecuador
Redacción EC

RAÚL MENDOZA CÁNEPA

Imagine un mundo en el que se prohibieran los libros.  Ese es el eje de Fahrenheit 451, adaptación cinematográfica dirigida por François Truffaut de la novela de Ray Bradbury, que será proyectada en el auditorio de la (Jr. Áncash 207, Centro Histórico de Lima), el domingo 25 de mayo a las 3 p.m. La entrada es libre.

En esta novela, bien llevada al cine,  la tecnología irrumpe como una amenaza y el totalitarismo se advierte como una acechanza actual. Publicado en 1953, Farenheit 451 nos recuerda la censura y el control del pensamiento en la sociedad ideológicamente bipolar de la guerra fría. Cuando Bradbury concibió Farenheit 451 corrían los tiempos de la opresión soviética, tan visible entonces como la memoria aterradora del nazismo de años atrás. 


En la novela, irónicamente, la quema de libros es asignada a los bomberos. La lectura, según el gobierno omnisciente, impide a los hombres ser felices, pues los carga con angustias y los dota de una peligrosa razón individual. Esta individualidad afecta el principio de igualdad que en toda sociedad debe regir. 


La novela antitotalitaria de Bradbury tiene el contexto de un universo de escaramuzas ideológicas en las que las potencias se enfrentan casi pulsando un botón. Contaba el mismo autor que una noche de 1950 paseaba con un amigo por Wilshire cuando fue abordado por un policía. El agente los interrogó acuciosamente bajo el extraño cargo de “andar como peatones”. El atribulado paseo nocturno, en el que el escritor se sintió fuera de la ley, germinó aquella misma noche en un relato titulado “El Peatón”. Bradbury, intimidado por la situación volcó su demonio en el papel. 


El texto fue creciendo y el peatón conoció a Clarise McClellan. En una semana, el texto se convirtió en el primer borrador de “El Bombero”, una novela corta que daría pie, finalmente, a la celebrada novela “Farenheit 451”. 


El autor nos ilustra más y nos remonta, además, a una serie de cuentos que también le fueron inspiradores para la trama, o al menos, para el sustrato de la narración. En efecto, Bradbury conjuga con la anécdota del abuso policial, otra simiente, la de algunas narraciones fantásticas previas que moldearon su mente. 


La ciencia ficción no fue para Bradbury un oficio sino la revelación de un subconsciente alelado y ensimismado por el terror. Montag fue Bradbury, una partícula de su vida interior. Lo advirtió muy a su estilo: “la novela es un pastiche de mi vida anterior, de mis antiguos miedos e inhibiciones, de mis extrañas e inescrutables predicciones del futuro”.

La pluma de Bradbury y el cine de Trufffaut conjugados en esta obra que da inicio al ciclo "Cine y Bibliotecas", que organiza la

Contenido sugerido

Contenido GEC