Alberto Salcedo Ramos: “Creen que literatura es su patrimonio”
Alberto Salcedo Ramos: “Creen que literatura es su patrimonio”
Dante Trujillo

El barranquillero Salcedo Ramos es miembro de la realeza del periodismo narrativo hispanoamericano. Fascinado por la cultura popular, escribe para revistas de distintos países, es maestro de escritores, ha publicado ocho libros con sus crónicas y ganado premios como el Rey de España, el Ortega y Gasset, el de Excelencia de la Sociedad Interamericana de Prensa (dos veces) y el nacional Simón Bolívar (¡cinco veces!). Será parte de la comitiva colombiana que participará en la FIL Lima. Léalo, disfrútelo. Y mientras, ‘escúchelo’.

Alberto, ¿es cierto que la verdad siempre supera a la ficción? 
Pues yo creo que no, que es solo una frase de cajón. La literatura de ficción y la de no ficción tienen propósitos distintos. Las novelas existen porque no todas las verdades del ser humano se pueden contar a través del reportaje. Hay ciertas verdades íntimas, profundas, a las que solo se les puede dar un orden y un sentido desde la literatura de ficción. Yo siempre he cultivado la no ficción, pero no porque crea que es mejor o más efectivo que lo otro.

¿Y nunca te ha seducido la ‘creación’?
En la literatura de no ficción también se puede utilizar la creatividad. Para comprobarlo basta con leer a John Hersey, a Gay Talese o a Joseph Mitchell. Cuando haces periodismo narrativo no concibes la trama, pero sí puedes ser perspicaz en la forma de mirar la realidad. Además, puedes darle a tu texto un tratamiento estético novedoso. Osvaldo Soriano invitó al exfutbolista José Sanfilippo a la cancha donde jugaba 30 años atrás, pero resultó que ya allí no había cancha, sino un supermercado. Entonces los dos empezaron a recordar ciertos goles del pasado mientras iban recorriendo los estantes llenos de víveres. En ese juego de espejos con el tiempo hay creatividad y belleza, ¿verdad?

Verdad. ¿Y cómo tomas eso de que el periodismo narrativo (o literario) no sea, a veces, considerado ni periodismo ni literatura? 
Eso sucede porque ciertos autores de ficción creen que la literatura es patrimonio exclusivo de ellos y porque ciertos periodistas creen que el periodismo se inventó para tumbar ministros y no para contar historias. La mejor respuesta para ellos es la que da Marc Weingarten: el periodismo narrativo surgió por una necesidad histórica. Los meros datos no alcanzaban a explicar ciertos fenómenos sociales como las drogas y las luchas raciales. Se necesitaba el relato para intentar un orden que permitiera comprender.

En librerías, ¿en qué sitio pondrías tu trabajo?
Creo que en las vitrinas que dan a la calle para que sean vistos por más compradores 
potenciales [risas].

¿Qué debe tener un hecho, un personaje, una situación, un caso para que te anime a escribir sobre él?
Excitar mi voluntad de dejar un testimonio. El escritor húngaro Stephen Vizinczey dice una frase que yo siempre tengo a la vista: “Todo aquello en lo que no pueda dejar de pensar es mi tema”. 

Pero sientes atracción por los caídos, por los perdedores… ¿No hay materia en los cuentos ‘felices’? 
Sin conflictos no habría literatura. Esa predilección que señalas se dio de manera espontánea. Luego me hicieron caer en la cuenta de que existía, lo cual no me pareció divertido. Pero Montesquieu decía que, mientras más felices son los pueblos, más aburrida es la literatura que producen. Hace como ocho años un periódico de Finlandia resaltó como noticia del año la muerte de un árbol centenario. Yo pensé: qué maravilla de país, pero si viviera allí me sentiría como un ratón en una ferretería.

¿Cómo es que lidias con el efectismo, con el dramatismo?
Pues me mantengo en guardia contra el efectismo, pero no descarto que me haya jugado malas pasadas. Creo que se puede mostrar el drama sin caer en el dramatismo. La pornomiseria, que es esa exaltación de la pobreza y de las angustias de los excluidos, me parece un rasgo detestable.

Otra cosa es que tu estilo se nota, se reconoce. Pero… ¿qué es el estilo? ¿Cómo se forja?
El estilo es cuando encuentras esa forma de expresión que es tuya, algo que no solo te caracteriza, sino que te define. Si tú tomas del suelo un papel amarillento, y en ese papel hay un párrafo sin firma de Jorge Luis Borges, tú lo identificas en seguida. El estilo es producto de nuestra interacción con los escritores que amamos. Uno va oyendo las voces de ellos, y de pronto se va encontrando con la voz de uno mismo. 

Para acabar: eres muy activo en las redes sociales, los que a mi juicio son casi lo opuesto del periodismo narrativo. ¿Qué te gusta de Twitter, por ejemplo?
Las redes sociales me sirven para dirigir a las audiencias hacia los sitios donde se consiguen mis textos o mis libros. En todo caso, creo que exagero mi permanencia allí. Si mi madre pudiera verme perdiendo el tiempo así, me regañaría.

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