Un joven y una chica estaban sentados en un restaurante en Nueva York, disfrutando de su segunda cita. El hombre le pagó al mesero la cuenta y fue al baño mientras la mujer se alistaba para irse.
¿Cuánta propina le dejó?, le preguntó la chica al mesero. Cuando el joven volvió a la mesa, hubo una acalorada discusión durante la que ella le dijo que no quería volverlo a ver. Una propina de 8,5% le puso fin al romance.
Esa historia que le cuenta a la BBC años más tarde el mesero de esa noche, Steve Dublanica, refleja con cuánta seriedad los estadounidenses toman el asunto de la gratificación y cuán cargada está de un significado social.
FAVOR NO EQUIVOCARSE No sólo creció el tamaño de las propinas en Estados Unidos sino también el número de gente que espera recibirlas. Recientemente incluso aquellos que venden comida lista para llevar esperan recibir un pago extra.
Entre los forasteros, a quién hay que darle propina y cuánto provoca debates, confusión y a menudo ansiedad, pues temen equivocarse o parecer tacaños.
Y lo que algunos de quienes visitan EE.UU. quizás no pueden apreciar es cuán crítica es esa gratificación para el empleado.
El sueldo mínimo federal para empleados de restaurantes que reciben propinas es US$2,13 la hora, con la expectativa de que las propinas lleven ese total a US$7,25 por hora.
Si no me daban propina, no podía pagar el arriendo. Pero la realidad es que uno puede trabajar duro y no recibir propinas o hacer nada y recibirlas, recuerda Dublanica, quien trabajó como mesero por siete años y escribió un blog sobre la experiencia llamado Waiter Rant, algo así como Un mesero despotricando.
ALTERNATIVA En el negocio de los restaurantes, que recibe alrededor del 70% de todas las propinas que se pagan en EE.UU., hay vientos de cambio.
A partir de junio de este año, los empleados de Sushi Yasuda de Nueva York dejaron de preocuparse por la generosidad o avaricia de sus clientes.
El dueño, Scott Rosenberg, vetó las propinas, diciendo que su personal recibe un buen sueldo con beneficios. Su intención, le dijo al sitio web The Price Hike, es mejorar la experiencia del comensal eliminando la ecuación matemática del ritual de comer afuera.
Otros restaurantes estadounidenses elegantes han introducido un cargo opcional adicional de entre 15% y 20% para remplazar a la propina, algo que es común en otras partes del mundo, aunque con porcentajes más bajos.
TRADICIÓN Sin embargo, hay quienes dudan que la práctica se extienda. A pesar de que la calidad del servicio no afecta la gratificación dice Dublanica los estadounidenses tienen la ilusión de que están dando un premio por el servicio y no les gustará que les quiten esa opción.
Dar propina es una tradición importante, señala, pues propaga el mito americano de que el trabajo duro trae recompensas.
No obstante, no todos sienten lo mismo. Hay incluso un sitio web llamado Ban Tipping (Prohíban la propina) cuyo mensaje central es: somos consumidores educados y no damos propina, ¡acéptelo!.
LA ECONOMÍA DE LA PROPINA La economía de la propina en EE.UU. alcanza los US$40.000 millones, más del doble del presupuesto de NASA, según estima Michael Lynn de la Escuela de Administración Hotelera de la Universidad de Cornell.
Lo que notó además, gracias a su investigación y otros estudios, es que la gratificación en restaurantes es discriminatoria, pues tanto los comensales blancos y negros le dan propinas más altas a los meseros blancos que a los negros.
Una solución para que no ocurra es adoptar un sistema en el que se incluya un cargo adicional que se divida igualitariamente entre todos los meseros.
Sin embargo Sherry Jarrell, catedrática de Economía en la Universidad Wake Forest y ex mesera, anticipa que los clientes verían ese cargo como un aumento en la cuenta.
Además, le preocupa que deje de existir el incentivo para que el mesero preste un mejor servicio.
A los clientes no les gustaría, asegura Curt Gathje, editor principal de la famosa guía de restaurantes Zagat, quien argumenta que la tradición de dar propina está tan arraigada que a mucha gente le quedaría difícil romper el hábito.
A DÓNDE IR PARA NO DAR PROPINAS Hoy en día, Estados Unidos es probablemente el país en el que la propina es más popular, dice Ofer Azar, catedrático de economía conductual de la Universidad del Negev en Israel, y, señala que hay grandes variaciones internacionales.
Dar propina puede ser problemático pues parece crear clases, la de los consumidores y la de los que les sirven, que están ahí para satisfacer a los primeros y casi que tienen que rogar por que los premien, le dice a la BBC.
Esa es en parte la razón por la cual no estaba permitido dar propina en la Unión Soviética ni en China, y es poco común en Escandinavia, lugares en los que la desigualdad era o es relativamente baja.
Para aquellos que realmente quieren evitar dar propinas, otro estudio internacional sugiere algunos santuarios a los cuales escapar.
Mark Starbuck, quien pasó 10 años escribiendo una tesis sobre el tema, identificó sólo cuatro países africanos en los que se acostumbra a dar propina: Egipto, Marruecos, Sudáfrica y Túnez, así que el resto del continente es una posibilidad.
En Singapur se supone que dar propina es ilegal, mientras que en Fiyi, Islandia y Japón las propinas causan vergüenza o son ofensivas.