Con el presidente Donald Trump convertido en el principal aliado del coronavirus, Estados Unidos va camino al desastre. El mandatario se prepara para participar en una celebración por el día de la independencia en el monte Rushmore, que se espera multitudinaria, en la cual no será obligatorio llevar mascarilla o mantener la distancia social. Las más de 131 mil muertes que acumula su país no parecen interesarle mucho.
En tanto, un grupo de artistas de Hollywood ha emprendido una campaña con el fin de combatir al virus. “Ponte la maldita mascarilla” empezó como un reto en redes sociales (#weardamnmask) de la diseñadora Tory Burch, al cual se han sumado actrices como Jennifer Aniston, Ann Hathaway y Reese Whiterspoon.
“Si te importa la vida humana, por favor, solo ponte la maldita mascarilla y anima a los que te rodean a hacer lo mismo”, ha escrito Aniston en su cuenta de Instagram.
En vista de que por estos lares, el Gobierno se ha desentendido de lo que nos suceda –ayer el ministro del Interior, Gastón Rodríguez, criticó a la población por no haber comprendido el mensaje del Ejecutivo-, impulsar una campaña similar se impone. Esperar a las autoridades sería iluso. Mientras continúen echándole la culpa a la gente por el desorden, es más fácil que el Congreso apruebe una ley sin conflicto de intereses a que reconozcan su responsabilidad.
Entre tanto reto tonto que abunda en las redes sociales, organizar uno que busque el uso de la mascarilla sería una iniciativa estupenda. Aunque por lo visto en estos días –son cubrebocas, no cuelleras o pañuelos, por favor-, el hashtag debería tener un añadido: #pontelamalditamascarillabien