Vania Masías, durante una sesión fotográfica con El Comercio en 2016. La destacada bailarina nacional nos habla sobre su trabajo y lo que ha significado para las personas que creyeron en ella. Foto: Diana Chávez para El Comercio.
Vania Masías, durante una sesión fotográfica con El Comercio en 2016. La destacada bailarina nacional nos habla sobre su trabajo y lo que ha significado para las personas que creyeron en ella. Foto: Diana Chávez para El Comercio.
/ DIANA CHÁVEZ
Diana Mery Quiroz Galvan

Una frase conocida sentencia que “no hay éxito sin sacrificio”. En 2005, Vania Masías ya estaba bastante curtida en esos avatares cuando conoció, en medio del agobiante tráfico limeño, a un grupo de chicos que realizaban acrobacias para ganarse la vida. Ver tanto talento la impulsó a dejarlo literalmente todo para hacer realidad un proyecto sociocultural que ha transformado la vida de 12 mil niños y adolescentes en los últimos quince años. Pocos saben que la Asociación Cultural D1 nació mientras Vania cursaba la carrera de Administración de Empresas en la Universidad del Pacífico. Que fue tomando forma en medio de la soledad que experimentó durante las exigentes giras junto al Ballet de Irlanda, donde logró ser primera bailarina. Y que esta asociación era parte de un plan que tenía programado a partir de los 35 años, al término de su carrera sobre los escenarios.

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