En una pequeña ciudad de menos de 1.500 habitantes pero con más de 30 librerías no hay derecho a aburrirse. Pero allí, en Hay-on-Wye o también llamada “ciudad de los libros”, en Gales, Norman Florence y su hijo Peter iniciaron en 1988 un encuentro oficial entre amigos, quizá cansados de que las letras se quedaran en el papel. Querían sentarse a la mesa para mirarse a la cara, hablar, escuchar al otro, discutir ideas y ponerle emoción al arte de conversar.
Hoy, esa tertulia de pocos se ha convertido en el Hay Festival, un evento gigantesco que recorre las ciudades más diversas del mundo. Porque quizá allí radique otro de sus principales méritos: descentralizar la intelectualidad que tiende siempre al centro, a la gran urbe, al eje ya conocido. Y Arequipa, como otras ciudades “secundarias”, se pinta perfecta para abrirle los brazos a estas mentes mundiales.
A propósito de la segunda edición del llamado “Woodstock del pensamiento” que se realiza en la Ciudad Blanca, y que comienza hoy, conversamos con Peter Florence, su director fundador.
—Usted y su padre, Norman Florence, fundaron el Hay Festival hace ya 28 años. ¿Lo hicieron con la idea de que crecería al nivel alcanzado hoy? ¿Imaginaron alguna vez tal éxito?
Nosotros comenzamos con el festival por diversión y hasta hoy lo hacemos por pura diversión. La única diferencia es que ahora es mucho más grande, pero la idea es fundamentalmente la misma: un grupo de amigos juntándose para contarse historias y conversar sobre nuevas ideas.
—¿Qué hace a Arequipa una ciudad ideal para el Hay Festival?
Arequipa es una ciudad hermosa, pero lo mejor de ella es su gente. La comunidad que hemos encontrado allí es enorme y fabulosa.
—En tiempos complicados alrededor del mundo (‘brexit’, el Estado Islámico, Donald Trump), ¿se vuelven más importantes este tipo de eventos donde se discuten ideas?
Sí, por supuesto. Hay que seguir conversando y hay que seguir escuchando. Aquello que conocimos como la Ilustración es un concepto mucho más vulnerable de lo que podemos imaginar.
—Alguna vez dijo que no podría organizar un Hay en China. ¿Sigue pensando lo mismo?
¿De verdad lo dije? Bueno, la verdad es que sí, creo que sería muy difícil celebrar la libertad de expresión en un país donde se censura y encarcela incluso a ganadores del Premio Nobel. Afortunadamente, un país no es solo su Gobierno. Creo que solo hay que empujar y presionar. Suave o firmemente, pero nunca dejar de presionar.
—¿Y hubiese organizado un festival en la Cuba de Fidel Castro?
Lo intentamos, pero no funcionó. Los autores en Cuba tenían una postura muy ambivalente respecto a cualquier compromiso con sus autoridades. En ese sentido la literatura es diferente a la música o la danza, es una cuestión política. Por eso no puedes simplemente practicarla, tienes que comprometerte con sus causas.
—Por último: el Hay comenzó con los Florence, ¿terminará cuando ya no estén?
El Hay Festival es fruto del trabajo de miles de personas en todo el mundo, desde Arequipa hasta Bombay, desde Madrid hasta Beirut. Por eso no le pertenece solo a los Florence, les pertenece a todos.