Hay voces que afirman que hay que desconfiar de aquellos que, al llorar, solo botan una lágrima. Pero en el caso de Demi Lovato se podría hacer una excepción. No cantaba en vivo desde hace dos años y los nervios la traicionaron. Se quebró. No pudo atinar a las notas, así que prefirió el silencio. El público que fue parte de la premiación de los Grammy el último domingo, aplaudió, una forma de apoyarla y pedirle que vuelva a empezar la canción. Si la gala fue la coronación de Billie Eilish, también fue la resurrección de Demi Lovato.
Porque, en efecto, Lovato estuvo a punto de morir en julio del 2018. La misma droga que acabó con la vida de Prince en el 2016, fentanilo, la tumbó en su cama. Al día siguiente, fue trasladada a un hospital y, posteriormente, internada en una clínica de rehabilitación. No era la primera vez que se enclaustraba para alejarse de los vicios.
EL INICIO DEL DESCONTROL
Fue en la adolescencia que Demi Lovato entendió cuál era la fórmula para ser popular en su colegio y que el resto dejara de molestarla: salir de fiesta y probar todo lo que estaba al alcance. El dato se lo pasó Marissa Callahan, una de las chicas famosas de la escuela y quien se convertiría en su cómplice de aventuras. El consejo, por supuesto, dio resultados.
La inocencia, sin embargo, la perdería a los 17 años. Mientras trabajaba en Disney Channel, un par de amigos le ofrecieron cocaína. Tuvo miedo, pero siguió el juego. Le habían dicho que su corazón fallaría y que todo saldría mal, y grande fue su sorpresa al darse cuenta de que esa droga le caía como anillo al dedo. Allí perdió el control.
"Mi papá fue un adicto y un alcohólico, así que supongo que siempre busqué eso que él encontraba en las drogas, porque eso lo llenaba y e hizo que las eligiera en vez de a la familia". En el documental "Simply Complicated", Lovato confesó que los estupefacientes siempre rondaron su vida, y, sobre todo, sus consecuencias. ¿Por qué su papá le mentía? ¿Por qué le decía que tenía cáncer e iba a morir cuando no era cierto? Su muerte fue un respiro.
Aun así, la infancia y adolescencia de Lovato no fueron completamente nefastas. Su madre y hermana se encargaron de construir una buena e inquebrantable relación. En paralelo, la pequeña Lovato se hizo asidua competidora de concursos de belleza, eventos que terminarían por acercarla al mundo del canto. Tanto es así que a los cinco años ya cantaba "My Heart Will Go On" frente a todo su colegio; hasta que el show de Barney le abriría las puertas al llamativo mundo del entretenimiento.
LA MAQUINARIA DE DISNEY
"Todo sucedió demasiado rápido. En retrospectiva, fue demasiado, sobre todo para una niña". Demi Lovato recuerda cómo su mundo cambió de la noche a la mañana: de tener un papel de mediana importancia en "Camp Rock" (2008) a salir de gira junto a los Jonas Brothers, preparar su álbum solista, y actuar en su propia serie "Sonny with a Chance". Para el 2008, a sus 16 años, se había vuelto una estrella.
Phil McIntyre, ex manager de Lovato (y quien también la habría rescatado de una sobredosis), opinó lo mismo. “Camp Rock fue una franquicia por la que Disney apostó todo hasta que se convirtió en un ícono de la cultura pop. Una sensación. Creo que Demi fue parte de tantos proyectos de Disney porque había algo natural en ella, algo auténtico y propio de una actriz y una artista de verdad. Ellos la necesitaban para que sus proyectos sean geniales. Pero ahora que lo veo, puedo entender que hubo mucha presión. Ella tenía que ser impoluta, cumplir con muchas cláusulas que le exigían tener un comportamiento moralmente adecuado; no podía ser ella misma, no podía ser una adolescente común”. Hasta que no resistió. Fiestas descontroladas que terminaron con una habitación destrozada en un hotel en Colombia. Peleas. Clínicas de rehabilitación. Sobredosis. Jamás volvería a ser la misma.
Pero la historia de Lovato no es extraña ni sui generis, por lo menos no para Disney. Hay un patrón que se repite en las historias de sus máximas estrellas femeninas: ellas son diosas hasta que se rebelan y patean el tablero de sus vidas.
Al respecto, la satírica South Park tiene una teoría escabrosa que hace referencia a una conspiración protagonizada por todos los estadounidenses. En el capítulo "El nuevo look de Britney Spears", los niños intentan salvar a la 'Princesa del pop' del acoso y la crítica de todos. Pronto, ellos descubren que quienes la persiguen están tratando de que se suicide. Al preguntar la razón, la turba explica: "Nadie quiere que muera. Simplemente, es necesario. A lo largo de la historia, la gente ha tenido necesidad de ser parte de sacrificios humanos. Antiguamente se escogía a una bella chica, la adornaban con prendas, la trataban como una diosa y, luego, la verían morir. Nosotros nos consideramos más civilizados, pero la lujuria por la tortura y la muerte no es diferente a la de los gladiadores. La única diferencia es que ahora los estadounidenses disfrutamos de ver a la gente morir a través de las revistas y las fotos. Ya no queremos matar a nadie a pedradas. Es mejor cuando el sacrificio se mata a sí mismo. Britney fue escogida hace mucho tiempo para ser adorada y para ser sacrificada para la cosecha".
Luego de Britney, y los problemas que vivió Miley Cyrus, era el turno de Lovato, quien así como sus predecesoras, ha conseguido sobrevivir, pero a un costo muy alto. Eran épocas en las que la industria musical y del entretenimiento solo aceptaba a estrellas que vendían algo más que su voz y su talento. Entonces, Billie Eilish –cuya propuesta es diametralmente opuesta– la hubiera tenido más difícil.
UN NUEVO AMANECER
“Recuerdo haber estado en el hospital y escuchar las canciones que acaba de grabar, y pensar ‘si existe alguna oportunidad para recuperarme de esto, quiero cantar esa canción”. Solo allí, en una situación extrema, Lovato entendió todo lo que sentía en el estudio de grabación. Era su alma, era ella pidiendo ayuda. Por eso es que “Anyone” resonó con tanta fuerza en la ceremonia de los Grammy.
Porque, finalmente, la música ha sido lo que más la ha ayudado. “Me ha tomado mucho tiempo llegar hasta aquí, a cantar una canción que me deja tan vulnerable en un escenario, al frente de mis compañeros y gente a la que admiro –confesó dos días antes de la presentación en los Grammy al programa de internet “Beats 1”–. Es estresante, pero al mismo tiempo, estoy agradecida de tener la oportunidad de contar algo de mi historia. Con la siguiente canción, contaré más. Con esta solo quería compartir dónde estaba antes”.
¿Cómo afrontará la vida desde ahora en adelante? “Lo que ya he hecho es eliminar las etiquetas de Instagram, así que no sé cuándo me mencionan –añadió–. También he anulado todos los comentarios por un tema de cuidarme. Y también estoy más atenta a mí misma, porque en el pasado he tenido experiencias extraordinarias, como los Grammy o conciertos y giras, y soy consciente que toda esa adrenalina va a disminuir y me puedo estrellar. Mi equipo sabe que es posible que me estrella el lunes, así que quizás sea buena idea hacer meditación ese día o lo que sea necesario. Quiero estar preparada”.