Entrevista al periodista y dramaturgo argentino Mario Diament
Entrevista al periodista y dramaturgo argentino Mario Diament
Redacción EC

Al escribir la historia de amor entre la estudiante judía Hannah Arendt y su maestro, el fi ló- sofo Martín Heidegger, entusiasmado por el ascenso del nazismo en Alemania, el dramaturgo no se propuso hacer una simple reconstrucción histórica. Buscaba encontrar en este drama un sentido urgente para la polarizada sociedad argentina en el momento de su estreno. Y, por cierto, lo logró: “Un informe sobre la banalidad del amor” se mantuvo en la cartelera porteña a lo largo de cinco años. También obtuvo similar éxito en la Venezuela secuestrada por el chavismo. En el Perú, la obra ha logrado repercutir en la coyuntura electoral, al ayudarnos a entender cómo la insania populista puede apoderarse incluso de las mentes más lúcidas. “Sin duda, esta historia debe tener elementos que hacen que públicos muy diferentes se vinculen desde ángulos muy personales. Yo mismo me sorprendo”, comenta vía telefónica el autor, pocos días antes de hacer maletas para una nueva estadía limeña.

El jueves 16 de junio Diament estará en la PUCP y el viernes 17, después de la función de su obra en el CCPUCP, Diament departirá con el público. En ambos eventos estará acompañado por los actores Javier Valdés y Camila Zavala, así como por la asistente de dirección Milena Alva. Serán diálogos sobre los misterios del amor o, como señala el autor argentino, sobre su amoralidad.

—¿Cómo se gestó la idea de escribir esta historia?

Sucedió un poco de casualidad. Estaba viendo un documental sobre el juicio contra el nazi Adolf Eichmann, y como consecuencia de ello me puse a pensar en el estupendo libro que escribió Hannah Arendt al respecto. Recordé la relación que ella tuvo con Heidegger. Me picó la curiosidad y comencé a investigar. Y me fui dando cuenta de que había una estupenda situación dramática allí. Naturalmente, tratándose de dos personajes de este calibre, uno siempre se acerca con temor. Piensas si realmente puedes estar a la altura de su inteligencia, ser capaz de reflejar a estos dos personajes en el escenario. El tema me parecía tan potente y significativo que me largué a hacerlo.

—¿Tuvo que desarrollar cierta soberbia intelectual para poner a sus personajes a hablar como Arendt y Heidegger?

Te confieso que en mi caso no había soberbia intelectual. Al contrario. De una cosa estaba seguro: no quería llevar al escenario una discusión filosófica. No era el lugar, además eso no se lo aguanta nadie. Yo entré a la historia a través de la relación amorosa. Leyendo las cartas de ambos uno comprende cómo las mentes brillantes, en el amor, se comportan como todos los mortales.

—Ella una estudiante judía, él un pensador seducido por el nazismo. ¿Cómo hacen contacto dos personalidades tan distintas?

No tengo una respuesta absoluta. Pero creo que el factor fundamental que obró en el deslumbramiento de Hannah por Heidegger fue su enorme admiración intelectual, la cual se traslada al ámbito amoroso. En cuanto a Heidegger, no era la primera relación que había tenido con una alumna. Era un ser bastante vanidoso. Creo que lo deslumbraba la admiración de ella por él. Todas estas dudas son las que hacen fascinante esta historia.

—¿Cómo un filósofo brillante como Heidegger pudo creer en la causa nazi?

Lo he visto en la Argentina también. La admiración de mucha gente inteligente por regímenes corruptos como el de Cristina Kirchner, por ejemplo. Hay una arrogancia de ciertos intelectuales de creer que pueden dar un contenido ideológico y filosófico a los movimientos populares. Es la necesidad que sienten de ser pueblo sin serlo. Pero los políticos son, habitualmente, más sagaces y fuertes que los intelectuales. Entonces los usan y los desechan. Esa es la historia de la relación entre la intelectualidad y los movimientos populistas, autoritarios o incluso las dictaduras feroces. El nazismo no tuvo solo a Heidegger, tuvo a mucha gente que lo apoyó.

—¿Es una prueba de la ingenuidad del intelectual?

A veces es ingenuidad, a veces es comodidad. Es cómodo ser un intelectual protegido o halagado por el régimen. En Argentina, en el gobierno de Cristina Kirchner, los intelectuales que apoyaban al régimen fueron realmente mimados por él. No creo que sea ingenuidad, como tampoco lo creo en el caso de Heidegger. Él creyó que podía proyectar su propia filosofía al movimiento de masas del nazismo. Y no duró demasiado.

—¿Te sientes en ese grupo de autores críticos al kirchnerismo?

Vivo en EE.UU. y ni me he beneficiado ni he padecido los anteriores regímenes. Como periodista, soy escéptico de los juegos del poder. Prefiero la distancia que nos imponemos los periodistas para aprobar o desaprobar aquello que nos dicta nuestra conciencia.

—Finalmente, ¿cómo crees que después de tantas traiciones Heidegger logró el perdón de Hannah?

Ese es uno de los misterios del amor. O la conclusión de la amoralidad del amor. Aun cuando la balanza del poder se trastoca y es ella quien tiene las posibilidades mientras él está en el más profundo desprestigio, Hannah no puede dejar de amarlo. Cuando Heidegger cumplió 60 años, ella escribió un artículo donde lo exonera de sus culpas. Ella consideró que fue un acto de ingenuidad e ignorancia sobre el significado de los movimientos políticos lo que le impulsó al nazismo. Hannah prefirió rescatar su aporte filosófico por encima de su banalidad humana. Es como esa relación entre un rufián y una prostituta, donde el rufián la maltrata y ella asume que él es su hombre. Esta misma situación, dada a un nivel intelectual, hizo que la historia de ambos fuera para mí tan atractiva.

LOS CONVERSATORIOS
JUEVES 16 DE JUNIO, 12 M.
Lugar: Tambo actoral de la PUCP (Av. Universitaria 1081, San Miguel).

VIERNES 17 DE JUNIO, 10:15 P.M.
Lugar: después de la función en el CCPUCP (Av. Camino Real 1075, San Isidro).

En ambos eventos participarán Mario Diament (dramaturgo), Javier Valdés (actor), Camila Zavala (actriz), Milena Alva (asistente de dirección).

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