Compartir la comida navideña con nuestra mascota puede parecer un gesto de cariño, pero podría tener consecuencias graves para su salud. Si bien es tentador ofrecerle un bocado de nuestro plato, es importante recordar que los alimentos que nosotros disfrutamos pueden ser tóxicos para ellos.
“Los perros que comen todos los días lo mismo pueden reaccionar mal si se les da un capricho”, advirtió Joe Inglis, experto en nutrición canina, en conversación con Country Living. “Algunas personas les dan a sus perros pavo en Navidad, pero nunca lo han comido antes. Algunos perros no digieren muy bien este tipo de alimentos”.
Según el medio Daily Mail, los canes no deberían ser alimentados con dulces, frutos secos, cebollas y ajos, ni sobras que incluyan carne o lácteos, ya que pueden contener bacterias o grasas que afectan su digestión.
Por otra parte, es importante recordar que la piel de algunos animales, como la del pavo, contiene demasiada grasa para los cachorros. Lo mismo ocurre con los huesos, ya que pueden provocar asfixias y serios daños en los órganos internos de un perro.
Entonces, ¿cómo celebrar la Navidad con una mascota de forma segura? Según Inglis, puedes preparar una cena de Navidad para tu perro “con alimentos similares a los que tú comerías”.
“Tritura las verduras navideñas y el pavo y añádelo a su cena. Evita las salchichas y la salsa, que suelen ser muy saladas”, agrega el experto.
Recuerda que la mejor manera de cuidar a tu mascota durante las fiestas es ofreciéndole su alimento habitual y evitando darle cualquier alimento humano sin antes consultar a tu veterinario.
¿Cuáles son los alimentos que los perros no deben comer?
Muchos alimentos que nosotros consumimos regularmente pueden resultar perjudiciales para nuestros amigos de cuatro patas. Por ello, el portal Zooplus advierte sobre una larga lista de alimentos prohibidos para perros, entre los que destacan el chocolate, las uvas, las pasas, las cebollas, el ajo, el aguacate y las nueces de macadamia. Estas sustancias contienen compuestos tóxicos que pueden causar desde problemas digestivos hasta insuficiencia renal y daños en los glóbulos rojos.
Aunque a muchos perros les encanta la leche y el queso, estos productos lácteos pueden causarles trastornos digestivos debido a la intolerancia a la lactosa. Además, las grasas en exceso, como las que se encuentran en la piel de las aves o en las carnes grasas, pueden provocar pancreatitis.
Los huesos, aunque puedan parecer un premio apetecible para nuestro perro, representan un peligro real. Además, pueden astillarse y causar daños internos graves, como perforaciones en el estómago o el intestino. Las sobras de nuestra mesa, como los restos de comida condimentada, pueden contener ingredientes tóxicos o ser difíciles de digerir para el sistema digestivo de un perro.