El desarrollo de la inteligencia artificial se está desarrollando a pasos agigantados. En esta ocasión, tres investigadores de la Escuela de Graduados en Ciencia y Tecnología de la Información en la Universidad de Tokio, Japón, consiguieron lo que muchos veían difícil de conseguir en el corto plazo: “alimentar” a un robot con un cultivo de neuronas, el cual fue elaborado con células humanas vivas. La historia de este importante suceso ha trascendido en los medios de comunicación e impactó a los usuarios de las redes sociales.
Y es que estas neuronas funcionan enviando esquemas de pensamiento complejo por medio de estímulos eléctricos a la máquina, lo que se conoce también como “computación neuromórfica”, que no tiene otra finalidad que enseñarles a estas inteligencias artificiales la “lógica humana” para que así puedan resolver diversos problemas.
¿En qué consiste el experimento?
El estudio, que fue publicado en la revista Applied Physics Letters, muestra el caso del robot desarrollado en la Universidad de Tokio, quien debía salir de un laberinto, lográndolo por medio de la memorización de las rutas, así como el reconocimiento del entorno en el cual se encontraba.
En ese sentido, el Instituto Estadounidense de Física (AIP) emitió un comunicado donde aseguraba que, si el robot iba en dirección errada sobre el final del trayecto del laberinto, eso quería decir que las neuronas se vieron “perturbadas” por fluidos eléctricos.
El coautor de este proyecto, Hirokazu Takahashi, declaró: “Yo mismo me inspiré en nuestros experimentos para plantea la hipótesis de que la inteligencia en un sistema vivo surge de un mecanismo que extrae una salida coherente de un estado desorganizado o caótico”.
Asimismo, Takahashi llegó a comparar el aprendizaje de estos robots imbuidos con inteligencia artificial con las de un niño de instrucción primaria quienes no puede resolver problemas matemáticos de nivel universitario.
¿Cómo funciona la computación neuromórfica?
En ese sentido, el japonés se reafirmó en que lo que están haciendo ayudar a estas máquinas a llegar al siguiente nivel evolutivo: “El equipo cree que el uso de la computación de depósito en este contexto contribuirá a una mejor comprensión de los mecanismos del cerebro y puede conducir al desarrollo novedoso de una computadora neuromórfica”.
Esta técnica, es decir, la computación neuromórfica ha hecho posible que, hoy por hoy, esté cada vez más cerca que la inteligencia artificial sea la sucesora del boom que, en su momento y hasta ahora, representa Internet, pero, ¿Cómo surgió?
¿Quién creo la computación neuromórfica?
Una de los primeros ideólogos de este procedimiento fue el ingeniero eléctrico estadounidense del Instituto de Tecnología de California, Carver Mead, quien fue el responsable de diseñar los algoritmos y circuitos que permitan imitar el comportamiento del sistema nervioso animal en la década del 1960.
En dicho periodo, la comunidad científica veía con recelo y un alto grado de escepticismo estos postulados, pero fue en los años 80 cuando esta percepción comenzó a cambiar y, en la actualidad, se han desarrollado dos vertientes.
Eléctricas, que propagan señales entre neuronas mediante moléculas cargadas; y las químicas, que se diferencian de las anteriores porque las células humanas no hacen contacto directo, dado que los procesos tienen lugar gracias a un mediador cuyo nombre es “neurotransmisor”.