
En un giro inesperado, el gobierno de Donald Trump anunció que una lista clave de productos electrónicos –como smartphones, laptops, chips y memorias USB– quedaría exenta, por ahora, de los nuevos aranceles impulsados en el marco de su política de comercio exterior. La noticia fue recibida como un alivio por empresas tecnológicas y consumidores, en especial después de semanas de tensión comercial con China y otros países afectados por las tarifas “recíprocas”.
Sin embargo, esa sensación de respiro duró poco. A las pocas horas del anuncio, altos funcionarios de la administración de Trump salieron a los principales programas de entrevistas políticas dominicales para aclarar que esta exención no sería definitiva. La confusión se disipó rápidamente: lo que parecía un gesto de apertura es, en realidad, una maniobra temporal con fines estratégicos.
LA EXCLUSIÓN DE ARANCELES A LOS APARATOS TECNOLÓGICOS SERÁ TEMPORAL
El secretario de Comercio de EE.UU., Howard Lutnick, confirmó que la exención actual sobre productos tecnológicos tiene un carácter estrictamente temporal. En declaraciones para el programa “This Week” de ABC, explicó que los semiconductores, computadoras portátiles, smartphones y otros aparatos electrónicos -de los que China es un proveedor importante- están incluidos en los nuevos aranceles sectoriales que se anunciarán “en el próximo mes o dos”. La prioridad, dijo, es impulsar la fabricación nacional en áreas clave para la seguridad.
La exención actual beneficia a empresas tecnológicas estadounidenses como Nvidia y Dell, así como a Apple, fabricante de iPhones y otros productos de alta gama en China.
Aranceles sin negociación
Lutnick recalcó que los nuevos aranceles afectarán productos como chips y medicamentos, considerados estratégicos por su uso en defensa y salud pública. “Necesitamos que los semiconductores y nuestros electrónicos se fabriquen en Estados Unidos. No podemos depender de países extranjeros para cosas fundamentales”, señaló a CNN.
Además, advirtió que estos aranceles serán “no negociables”, lo que descarta cualquier margen de maniobra con aliados comerciales o empresas del sector tecnológico. La intención es clara: forzar la relocalización de cadenas de producción esenciales en suelo estadounidense.
En una publicación en su plataforma Truth Social, Trump afirmó: “NADIE ‘se libra’ debido a los injustos equilibrios comerciales”. Y agregó: “¡Y mucho menos China que, de lejos, es la que peor nos trata!”.

MENSAJES CONFUSOS DESDE WASHINGTON Y PREOCUPACIÓN EM SILICON VALLEY
La exclusión inicial, publicada discretamente por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, generó una ola de especulación. La interpretación general fue que Washington cedía a la presión de gigantes tecnológicos como Apple, preocupados por el impacto de las tarifas en el costo de sus dispositivos. Según estimaciones, un iPhone de US$1,000 podría costar US$700 más si se aplican los aranceles anunciados.
El propio presidente Trump, sin embargo, dijo que “los aranceles serán puestos en marcha en un futuro no muy lejano”, al referirse específicamente a los semiconductores, que son parte esencial de productos como los vehículos eléctricos, los iPhones o los sistemas de misiles.

¿Qué dice China?
Los aranceles de Trump “no solo no han resuelto ninguno de los problemas de Estados Unidos, sino que han socavado gravemente el orden económico y comercial mundial”, añadió el Ministerio de Comercio de Pekín en su comunicado del domingo 13 de abril.











