Han Solo, la princesa Leia y Luke Skywalker en una escena de "Star Wars IV: Una nueva esperanza". La obra de Meziérès habría servido de clara inspiración para que Lucas cree al contrabandista y la princesa. (AP)
Han Solo, la princesa Leia y Luke Skywalker en una escena de "Star Wars IV: Una nueva esperanza". La obra de Meziérès habría servido de clara inspiración para que Lucas cree al contrabandista y la princesa. (AP)
Renzo Giner Vásquez

El estreno de "Star Wars VIII: Los últimos Jedi" ha llevado a miles de fanáticos de la exitosa saga de George Lucas a llenar las salas de cine. 

Si usted es uno de los que pasó la madrugada ansioso por no perderse el estreno de este ícono de la ciencia ficción o está deseoso por salir de la oficina para poder ir a verla, debe saber que no todos los planetas, criaturas, sables de luz o idiomas nuevos nacieron de la prodigiosa mente del estadounidense. 

En febrero del 2016, El Comercio conversó con Jean-Claude Mézières, un dibujante de cómics francés que a finales de los 60 creó junto a Pierre Christin "Valérian: agente espacio-temporal", uno de los primeros cómics de ciencia ficción en ese país y que sirvió como fuente de inspiración -o hasta copia, según el autor- para Star Wars.

Diez años antes de que se estrenara la primera película de “Star Wars” [“Una nueva esperanza”] ya existían aventuras en el espacio. El universo creado por Jean-Claude Mézières y Pierre Christin para “Valérian: agente espaciotemporal” fue el punto de partida de muchas aventuras intergalácticas.

—¿Cuándo notó que los cómics eran su pasión?
Siempre me gustó dibujar y leer cómics. Después de la Segunda Guerra Mundial, en Francia aparecieron algunas revistas de cómics que mi hermano mayor solía comprar. Yo empecé a leerlas también. El dibujo fue bastante apreciado por mis padres, quienes a pesar de no ser artistas disfrutaban del arte. Como mis estudios en secundaria no eran muy brillantes, elegí ir a una escuela de arte en París para aprender técnicas de dibujo. Con el tiempo, el diseño en textiles y afiches se volvió mi especialidad.

—¿Ya creaba cómics en ese entonces?
No lo había hecho profesionalmente. Esa escuela no hacía tratos con cómics, por esa época nadie se refería a los cómics como arte. Incluso eran muy reprobados por profesores, periodistas, padres y muchas personas más. Cuando aún estaba en el colegio sí pude hacer un par de historias pequeñas para algunas revistas de jóvenes, me pagaron muy poco dinero ¡pero lo hicieron! Cuando tenía 15 años aún era muy fácil publicar un cómic; como te decía, la gente no se preocupaba mucho por ellos. Pese a ello podías encontrar trabajos de grandes artistas… y otros que eran terribles también.

— Otro de sus grandes intereses eran los vaqueros y el Viejo Oeste...
De joven había dos cosas a las que pensaba que podía dedicarme: convertirme en vaquero o diseñar cómics. Como cualquier niño francés, tras la Segunda Guerra Mundial quería conocer América. Pero a los 19 años terminé de estudiar y el ejército me reclutó. Estuve en él durante dos años y medio, de los cuales pasé uno en la guerra de Argelia. Afortunadamente no maté a nadie y nadie me disparó. Luego de eso trabajé en publicidad e ilustración pero siempre tuve el sueño de ir a Estados Unidos. A los 25 años finalmente me decidí y fui para allá. Les decía a todos que iría a trabajar en publicidad, pero en realidad iba para ser un vaquero.

—¿Cómo resultó esa aventura?
Estuve cerca de año y medio hasta que conseguí trabajar como un verdadero vaquero. Corté y apilé heno, construí y ajusté cercas, limpié establos, de todo. Finalmente conseguí cuidar rebaños y vivir como los últimos vaqueros. Durante el invierno no teníamos trabajo, así que fui a Utah. Ahí busqué a mi viejo amigo Pierre Christin. Él enseñaba francés en la universidad local. Ahí fue cuando comenzamos a trabajar juntos en cómics. Era algo que él nunca había hecho pese a ser un asiduo lector de ellos y amante de novelas de ciencia ficción. Enviamos algunos trabajos a la revista “Pilote”. Luego de eso volví a mi vida de vaquero hasta el último día que duró mi visa. De regreso en Francia visité “Pilote”, que tenía historias famosas como “Astérix el Galo”. Después de unos ensayos con Christin incursionamos en ciencia ficción, poco después nació Valérian.

—El desierto ha inspirado a muchos artistas. ¿Sucedió eso con usted también?
La relación entre el desierto y el espacio es evidente. Pero el lugar donde estaba no era totalmente desértico. Había rocas rojas, montañas y praderas, además de mucha vida. La elección por la ciencia ficción era más una intención de buscar un nuevo territorio para contar historias. Algo totalmente diferente a historias de policías, ejércitos, vaqueros o algo parecido.

¿Inspiración o copia?

En un bar. Este es el encuentro entre Leia y Han Solo (a la izquierda) y Valérian y Laureline (a la derecha) , los personajes de Mézieres. (Foto: Dargaud)
En un bar. Este es el encuentro entre Leia y Han Solo (a la izquierda) y Valérian y Laureline (a la derecha) , los personajes de Mézieres. (Foto: Dargaud)

—Las aventuras de Valérian tuvieron un gran éxito en su país y los catapultaron entre los amantes de los cómics. Poco después nació una polémica de la cual existen dos versiones. ¿Qué relación hubo con la saga “Star Wars”? ¿Fueron una fuente de inspiración o siente que copiaron su trabajo?
Pasaron 10 años desde la primera publicación de Valérian cuando “Star Wars” apareció en los cines. Me sorprendí al encontrar una atmósfera tan similar entre la película y mis cómics. Con las películas siguientes encontraba más de estas situaciones. Así que le escribí una carta a George Lucas, pero nunca obtuve respuesta. Inspirarte en el trabajo de otros es algo natural de las creaciones, pero cuando las tomas prestadas... eso no es correcto. Lo mínimo que puedes hacer es pagar el tributo diciendo gracias, eso es algo que George Lucas nunca hizo conmigo. Por eso, luego creé esa pieza gráfica comparativa [en la que aparecen Valérian y Laureline junto a Han Solo y la princesa Leia conversando en un bar extraterrestre] en la que todos los personajes presentes sabían qué había pasado.

—“El quinto elemento” también tuvo inspiración de su obra. ¿Fue igual que con “Star Wars”?

No. Luc Besson me llamó un día para decirme: “Algunas películas han robado lo suficiente de tus cómics. Estoy preparando un filme de ciencia ficción y quiero que trabajes para mí en este nuevo proyecto”. Cuando Besson tenía 12 años había sido un fan de las aventuras de Valérian gracias a las publicaciones en “Pilote”. Sabía de dónde habían salido las ideas de Lucas... Así que trabajé por un año con él, los taxis voladores que se ven en la película surgieron de mis cómics. En esta película, a diferencia de “Star Wars”, aparezco entre los créditos.

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