Bradley Manning, el soldado detenido en mayo de 2010 bajo la sospecha de haber entregado miles de documentos secretos a Wikileaks, testificó por primera vez esta semana. Durante las audiencias lució tranquilo, dio detalles sobre su detención en Iraq y su posterior reclusión a la base militar de Quantico (EEUU) bajo estrictas medidas de seguridad.
Con su uniforme azul del ejército estadounidense, respondió tranquilamente a las preguntas de su abogado y a las del fiscal, pese a las duras condiciones que reclusión en su celda. Explicó que tenía un poco más de un metro por 2,5 m. en Quantico, vigilado bajo la condición de riesgo de suicidio, en la que se le obligaba a estar 23 horas al día y a dormir desnudo por la noche.
Era la primera vez que el público en la corte y los periodistas lo veían y escuchaban hablar, mientras contaba su desesperación por el aislamiento en la celda. Sostuvo que el encierro lo condujo rápidamente al colapso, y dijo haber pensado que voy a morir encerrado en esta jaula.
También se pudo conocer algo más de él: asegura que le gusta leer y se mostró preocupado por su familia, a la cual pidió no hacer declaraciones a los medios para no exponerlos. De los 22 cargos que se le imputan por recopilar y difundir sin autorización información clasificada, el más grave, el de ayudar al enemigo, puede acarrearle una condena a cadena perpetua.