Respecto al 2016, las muertes causadas por el terrorismo cayeron en un 27% y la mayor caída se registró en Iraq y Siria. Es decir, en los Estados en los que surgió en el 2014 el Estado Islámico (Daesh).
Respecto al 2016, las muertes causadas por el terrorismo cayeron en un 27% y la mayor caída se registró en Iraq y Siria. Es decir, en los Estados en los que surgió en el 2014 el Estado Islámico (Daesh).
Farid Kahhat

En diciembre pasado, el Institute for Economics and Peace publicó su “Índice de terrorismo global 2018”. Contiene información sobre la evolución del  a escala mundial en el 2017.

Ese índice confirma la tendencia registrada en años precedentes: 2017 fue el tercer año consecutivo en el que cayeron las muertes por terrorismo en el ámbito mundial. Respecto al 2016, las muertes causadas por el terrorismo cayeron en un 27% y la mayor caída se registró en Iraq y Siria. Es decir, en los Estados en los que surgió en el 2014 el Estado Islámico (Daesh), el año en que, a su vez, se produjo el mayor número de muertes por terrorismo desde que existen registros.

El continuo declive en la capacidad operativa de Daesh no se limita a Medio Oriente. De hecho, Europa es la región que registra la mayor caída en la proporción de víctimas mortales (un 75% entre el 2016 y el 2017). Más aun, entre enero y octubre del 2018 solo se habían registrado diez muertes por terrorismo en Europa Occidental (frente a 168 en el 2016 y 81 en el 2017).

Esas cifras son significativas por dos razones. La primera es que, a diferencia de Iraq y Siria, el número de incidentes terroristas producidos en Europa creció en el 2017. Es decir, hubo más intentos de perpetrar atentados que en el 2016, pero estos produjeron un menor número de víctimas mortales.

Podrían existir dos explicaciones complementarias para esa tendencia. La primera es que, antes que producto de la acción de células organizadas cuyos miembros cuentan con preparación y recursos, esos atentados serían perpetrados en mayor proporción que antes por ‘lobos solitarios’, es decir, por individuos radicalizados a través de Internet pero carentes de adiestramiento, organización o recursos.

La segunda explicación sería que ha mejorado la capacidad en materia de inteligencia, coordinación e interdicción de las agencias de seguridad europeas. Cuál de esas explicaciones tiene mayor importancia para explicar el descenso en el número de muertes es algo que estaríamos a punto de averiguar porque, según el índice, se espera que el número de terroristas europeos que regresan a sus países de origen provenientes de Medio Oriente crezca en el 2019.

En cuanto a las causas probables del terrorismo, estas variarían si nos referimos a países en desarrollo o a países desarrollados. En los primeros, el terrorismo estaría asociado a la existencia previa de conflictos armados. Según el índice, “los diez países con el mayor impacto del terrorismo están involucrados en al menos un conflicto. Esos diez países dan cuenta del 84% de las muertes por terrorismo en el 2017”. Estamos hablando por cierto de países que, como Iraq y Siria, fueron víctimas en distintos momentos de intervenciones militares extranjeras (lo cual no parece ser una coincidencia).

En los países desarrollados, según el índice, el terrorismo estaría asociado con la alienación social y la carencia de oportunidades económicas, aunque también con su participación en conflictos en otras regiones del mundo. Según algunas estimaciones, por ejemplo, en Europa Occidental individuos con prontuario criminal darían cuenta de entre el 40% y el 60% de los reclutas de Daesh.

El índice concluye advirtiendo que, a contramano de la tendencia general, las muertes producidas por el terrorismo de extrema derecha en países desarrollados vienen creciendo desde el 2013, habitualmente por acción de ‘lobos solitarios’.

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