El ex presidente ejecutivo del mayor grupo constructor de Brasil y América Latina podrá comer el tradicional pan dulce en su celda esta Navidad. Incluso podría deleitarse con pavo, siempre y cuando no tenga huesos.
Para el primer senador brasileño en ser encarcelado en la era moderna, las fiestas serán igualmente sombrías. Pasará la Navidad en una habitación con una silla y una cama, sin visitas de sus familiares.
Marcelo Odebrecht, ex presidente ejecutivo de la compañía multinacional de construcción que lleva el nombre de su familia, y el senador Delcídio do Amaral están entre el puñado de brasileños prominentes y poderosos encarcelados este año y a la espera de ser juzgados en un enorme caso de corrupción.
El escándalo con epicentro en la gigantesca petrolera estatal Petrobras, combinado con el proceso de juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff por un asunto no relacionado y la recesión económica que aqueja al país, han sacudido al "establishment" brasileño.
El juez federal Sergio Moro, un especialista en delitos de guante blanco, y un equipo de jóvenes fiscales han desmantelado un vasto esquema de fijación de precios, sobornos y coimas políticas que involucraba a Petrobras.
A menos que la Corte Suprema de Brasil cambie de opinión y acepte un pedido para su liberación, Odebrecht pasará las fiestas en el complejo médico estatal de Pinhal, en la ciudad sureña de Curitiba, donde comparte su celda con otras dos personas.
Sus familiares pueden llevarle una comida especial, que incluya arroz o pastas, carne deshuesada y pan dulce para Navidad, pero no regalos, dijo una portavoz. La prisión mantendrá esta semana horarios regulares de visita.
El ex ejecutivo de 47 años fue arrestado el 19 de junio y acusado de corrupción y lavado de dinero un mes después, cargos que él ha negado.
Los abogados de Odebrecht no estuvieron disponibles para una entrevista, pero la compañía informó a través de un correo electrónico que confía en que la Corte Suprema revertirá la detención "ilegal y abusiva" de su ex presidente ejecutivo.
-Sin privilegios-
Otro de los acusados en el caso, el senador Amaral, solía pasar la Navidad y las vacaciones en su mansión rodeada de palmeras en el estado de Mato Grosso do Sul, en el corazón sojero de Brasil.
La semana pasada fue trasladado desde una celda de la Policía Federal de 9 metros cuadrados hacia una prisión improvisada en Brasilia, donde tiene una cama, silla y mesa, y donde se le permite recibir visitas dos veces por semana.
"Es un preso. No tiene privilegios especiales. Su familia puede traerle comida, pero no puede tener una cena navideña con ellos", dijo la capitana Denise Campos, de la Policía Militar, en una de cuyas bases está detenido el senador.
"Está deprimido, pero más relajado desde que fue trasladado", dijo el portavoz de Amaral, Eduardo Marzagao. "Tenía que golpear la puerta de su celda anterior para ir al baño (...) Es muy duro para una persona que era tan importante", agregó.
Fuente: Reuters
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— Mundo El Comercio (@Mundo_ECpe) diciembre 24, 2015
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