La joven de Sri Lanka, quien está por cumplir 18 meses en su cargo en la ONU, toma la palabra en la sede central del organismo. “Les recordamos a los gobiernos sus promesas en torno a los jóvenes”, insiste.
La joven de Sri Lanka, quien está por cumplir 18 meses en su cargo en la ONU, toma la palabra en la sede central del organismo. “Les recordamos a los gobiernos sus promesas en torno a los jóvenes”, insiste.

En el entramado gigantesco que es la , la Oficina del Enviado del Secretario General para la Juventud es una de las más nuevas, con menos de seis años en funciones.

Desde junio del 2017 está al frente de ella Jayathma Wickramanayake, joven de 28 años que ya visitó una treintena de países desde que asumió el cargo. Acaba de añadir el Perú a su lista.

— ¿Cómo recibió su elección? ¿La tomó como una meta cumplida?
No es que fuera una de mis metas. En mi época universitaria cofundé organizaciones juveniles y lideré el movimiento Hashtag Generation en mi país, eso hizo que contactara con organizaciones similares en otras naciones.

— Es ahí entonces de donde surge la posibilidad de que la nominaran.
Mi país organizó la Conferencia Mundial de la Juventud en el 2014 y un grupo de 10 jóvenes –entre ellos yo– participó en la organización junto al gobierno. A raíz de esa experiencia, años después, un par de organizaciones decide nominarme. Al principio estaba insegura porque nunca había vivido fuera de Sri Lanka, una pequeña isla al sur de la India. Pero terminé animándome.

— ¿Qué fue lo primero que le dijo Antonio Guterres, el secretario general?
Tienes que portarte mal [risas]. Lo recuerdo claramente, fueron sus primeras palabras. Me dijo que a veces la ONU era una organización tan burocrática que él mismo se frustraba porque le tomaba mucho tiempo avanzar algunos pasos. Me dijo que se necesitaba empuje para innovar y romper barreras. Su mensaje fue: “Tu principal responsabilidad es portarte mal para romper el cristal, contarnos lo que hacemos mal y pelear para que esta sea una organización más amigable con los jóvenes”.

— Usted es joven y es mujer, dos condiciones que aún hoy, por desgracia, suponen hallar obstáculos...
Diría tres: como joven, como mujer y como mujer de este color. Esta barrera la sentí en la misma ONU. En mi segundo día en el cargo iba yo a entrar a una sala de reuniones en la sede de Nueva York y un agente de seguridad me impidió el paso. No creyó que alguien como yo fuera a participar, no estamos acostumbrados a ver a jóvenes en instancias políticas de alto rango.

— ¿Y con lo del color ha tenido alguna adversidad?
Me pasó dos veces que, sentada con mi equipo, nuestros interlocutores han pensado que el enviado para la Juventud era alguien de mi staff, no yo. Son estereotipos contra los que debemos luchar. En países de Asia como el mío un representante de la ONU es un hombre blanco mayor. Ven a una joven con rasgos como los míos y no lo creen.

— ¿Y la barrera de la edad?
Es fuerte. En muchas reuniones en la ONU yo he sido la más joven, todos los demás eran diplomáticos o políticos retirados de más de 50. He dicho cosas, luego un hombre mayor ha dicho básicamente lo mismo y lo alaban. “Hey, yo he dicho eso antes”, pero no lo escucharon. Aún hay ese estigma con los jóvenes, pero cuando empecé era más duro.

— ¿Ha sentido el apoyo del secretario general?
Así es. Él ha apoyado mucho para que se reconozca mi presencia de manera proactiva, me ha colocado como primera oradora o me ha dado la palabra por si tuviera consultas o contribuciones. Se trata de un viaje de empoderamiento y de elevar la voz para ser escuchados.

— ¿Cuál ha sido su mayor logro en este año y pico que lleva en el puesto?
Es difícil de decir. Hemos planteado la “Estrategia para la juventud” en la última Asamblea General, pero es relativamente fácil elaborar documentos, el verdadero reto es implementarlos. Creo que mi mayor logro se dará cuando al menos la mitad de los países miembros de la ONU tengan políticas claras sobre los jóvenes.

Estuvo tres días en Lima y se reunió con varias autoridades. (Jessica Vicente / El Comercio)
Estuvo tres días en Lima y se reunió con varias autoridades. (Jessica Vicente / El Comercio)

— ¿En qué campos?
En los cuatro apartados en que trabajamos: desarrollo sostenible, paz y seguridad, derechos humanos y acción humanitaria.

— ¿Qué nos puede decir sobre la participación de los jóvenes en política?
La mitad de la población mundial está hoy por debajo de los 30 años, pero solo 2% de los parlamentarios en el mundo tienen menos de 30 años. También hemos hallado que el 73% de los países tienen leyes que restringen la incursión de los jóvenes en política. Es un patrón que debemos ir cambiando.

— ¿Hay un ránking de las regiones con las peores condiciones para ser joven?
No es fácil comparar y decir dónde están los peores estándares. Se dice que en Europa la vida es buena para los jóvenes, pero allí hay un gran reto con el desempleo, la presión para ahorrar y sostener una masa de gente mayor.

— A diferencia de los otros continentes en los que...
En África hay un problema de infraestructura y de violencia, en Asia hay mucha tarea por hacer en acceso a educación, salud e igualdad entre los sexos.

— ¿Qué impresiones se lleva de su visita al Perú?
Dos cosas me impresionaron. Lo primero, su tremenda diversidad. Me reuní con afrodescendientes, con jóvenes indígenas, con chicos de la selva, de ámbitos urbanos, esa diversidad es un regalo. Lo segundo, casi todos los jóvenes me han hablado de la corrupción y de cómo ella hace perder la confianza en el sistema a todos ellos.

Jayathma Wickramanayake
Enviada del secretario general de la ONU para la Juventud

Nací en 1990 en Sri Lanka, un país que ha sufrido un conflicto de más de dos décadas. Durante 19 años de mi vida, vi a gente morir e incluso perdí a miembros de mi familia. Eso fomentó mi intensa conciencia social desde que era adolescente.

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