La festividad judía de incierto origen Lag BaOmer, la favorita de los niños y que se celebra con enormes hogueras por todo Israel, se conmemora esta noche y no sin conflicto, puesto que la comunidad ortodoxa ha exigido que se cambiase de día para no interferir con el descanso del shabat.
Hace unos meses el Rabinato solicitó al Ministerio de Educación que este año pospusiera el Lag BaOmer un día, ya que caía en sábado y el encendido de fuego está prohibido en la jornada de descanso, y el mes pasado el ministro, Naftali Benet, aprobó la solicitud, lo que desató las iras de profesores y padres laicos, por considerarlo arbitrario y, sobre todo, poco práctico.
"Me molesta tener que organizar todo esto en un día de trabajo" dice Yonit, la madre de dos niños de Tel Aviv, señalando al gran pícnic de su alrededor en un céntrico parque en Tel Aviv frente al mar, donde llamean por lo menos 20 hogueras.
"Este año la festividad caía en sábado y era de lo más conveniente para quienes trabajamos" continúa Yonit, "pero lo que de verdad me resulta intolerable es la imposición religiosa, que obligan a toda la sociedad a cosas que les convienen solo a ellos, como cuándo hay transporte público, cómo son los programas de estudio, etc., y que una fiesta religiosa se pueda cambiar arbitrariamente de fecha también me parece bastante extraño".
Esta festividad, considerada de menor importancia en el judaísmo, tiene sin embargo un enorme seguimiento, entre religiosos y laicos por igual.
El Lag BaOmer marca el período de siete semanas entre dos festividades importantes, la Pascua y Shavuot, y también se la considera el aniversario de la muerte de una figura esencial en la historia del judaísmo por su contribución a la formación del misticismo de la Cábala: el rabino Simón Bar Yojái.
Durante una noche al año, cientos de toneladas de material combustible, incluyendo madera y plásticos, son quemadas en hogueras gigantescas que representan la luz que supuestamente el rabino Bar Yojái introdujo en el mundo a través de sus enseñanzas recogidas en el "Libro del Zohar".
En ciudades en las que hay una mayoría de habitantes ultraortodoxos, como Bnei Brak, el aire se hace irrespirable en esta noche y el humo negro de una hoguera se trenza con el de la otra.
Por eso, y por los claros efectos nocivos para la salud y el medio ambiente, el ayuntamiento de esa ciudad puso en práctica hace dos años la propuesta "hoguera sin humo", en la que se encendía una gran hoguera con una luz eléctrica gracias a un mecanismo generador con pedales.
La iniciativa fue acogida con entusiasmo por ecologistas y simpatizantes, pero no tuvo una gran recepción popular, y los habitantes de Bnei Brak, así como los del barrio Samuel HaNavi de Jerusalén, siguen batiendo récords nacionales de polución en esas doce horas de incandescencia: los niveles de contaminación son diez veces mayores que durante cualquier otro día del año.
Correlativamente, los servicios de emergencia dicen percibir un aumento en los últimos años de las visitas a urgencias en la noche de Lag BaOmer, por quemaduras y dificultades respiratorias, según un comunicado del hospital infantil Schneider.
En Tel Aviv, este Lag BaOmer una población ecléctica se junta en las zonas donde el ayuntamiento permite encender hogueras: laicos judíos, religiosos judíos, familias de inmigrantes filipinos, refugiados eritreos..., todos disfrutando de una fiesta inclusiva pasada por humo y llamas bailoteantes, patatas asadas y nubes de azúcar derretidas.
Muy diferente a la celebración de los judíos ortodoxos en el monte Meron, donde yace la tumba del rabino Yojái y donde solo hombres celebran esta festividad.
Fuente: EFE
LAS ÚLTIMAS NOTICIAS DEL MUNDO