La amenaza de El Niño, por Víctor Albuquerque
La amenaza de El Niño, por Víctor Albuquerque
Redacción EC

Mi primer recuerdo de un es cuando “de niño” visité a mi padre en un distrito petrolero en la costa piurana donde él trabajaba. Había pasado un año de aquel fenómeno de 1982-1983. Las imágenes que mantengo son de carreteras destruidas, un muelle de pescadores bastante afectado y la principal quebrada desbordada que evidenciaba la fuerza de las aguas. En los siguientes años la situación no mejoró mucho y eso que el distrito recibía recursos del canon petrolero. En la actualidad, este distrito es más turístico que petrolero. Su infraestructura ha mejorado, aunque la cobertura continua de agua potable sigue siendo un problema grave. Este caso resume lo que ha sucedido con el Perú y su relación con el fenómeno de El Niño en estas últimas décadas: nos ha costado mucho tiempo recuperar nuestra infraestructura.

El Perú hoy es un país algo distinto en materia económica y su vulnerabilidad ante un nuevo fenómeno de El Niño fuerte no ha sido puesta a prueba. Las ciudades del norte han crecido de manera desordenada, ocupan en varios casos zonas bastante vulnerables. El desarrollo de la agroindustria ha sido tremendo y varios de los cultivos actuales eran prácticamente inexistentes (como la uva de mesa en Piura) en el último fenómeno de El Niño de intensidad fuerte de 1997-1998 (se estima que este evento tuvo un costo económico directo equivalente a casi tres puntos del ). En el sector turístico, las zonas ribereñas del norte y de Ica se han llenado de residencias de verano e importantes inversiones hoteleras. En resumen, el impacto económico de un nuevo fenómeno de El Niño sobre un país –y una zona norte especialmente– que ha cambiado mucho en estos años puede ser muy distinto a los anteriores.

Sin embargo, hoy también el Estado cuenta con mayores recursos para realizar obras de prevención de desastres naturales. Hace poco, el Gobierno anunció un desembolso de más de S/.2.000 millones con este fin. Algo alentador es que la Panamericana, los aeropuertos e, incluso, el puerto de Paita han sido concesionados en la zona norte. Es decir, hoy su gestión recae en operadores privados que tienen los incentivos para mantener operativa la infraestructura que pueda dañarse. Los gobiernos regionales y municipales también cuentan con mayores recursos. Lo que sigue siendo una tarea pendiente es cómo mejorar su capacidad de gestión operativa.

El comité multisectorial encargado del informó hace unos días que estaríamos frente a un evento climático en proceso de declinación (la temperatura del mar ha descendido) y que la probabilidad de un fenómeno de El Niño fuerte ahora es bastante baja. Es una buena noticia, pero esto no debería hacernos bajar la guardia para prepararnos siempre para eventos de este tipo. Abraham Levy, experto en el tema, comentó hace unas semanas frente a los clientes de Apoyo Consultoría que la mitad de las vidas de los peruanos transcurre en un El Niño o una Niña. Ambos eventos traen consecuencias negativas, pero también algunas positivas (en el caso de una Niña el impacto económico neto sería positivo, incluso). Por tanto, veamos a El Niño como una de esas fuerzas que dan equilibrio a nuestras vidas en nuestro querido Perú.