Cuestión: política y justicia, por Carmen Omonte
Cuestión: política y justicia, por Carmen Omonte
Redacción EC

CARMEN OMONTE DURAND

Ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables

La política no puede concebirse separada de valores como la ética y la justicia, y de la vocación de servir al país, por encima de intereses personales o políticos. Asumir un cargo público no debe ser visto como un riesgo, sino como una responsabilidad. Si valoramos más el riesgo y la exposición pública que el sentido del servicio, la política no iría de la mano de la justicia y el bien común.

Quienes no tienen la entereza ni la templanza para enfrentar responsabilidades no deben aceptar cargos públicos, pues si dejamos que triunfen los temores en la cosa pública corremos el riesgo de inhibirnos, y caer en la tentación de hacer lo menos posible para no asumir riesgo alguno. El temor o la sospecha son antivalores que en política acarrean malas consecuencias.

Desempeñar responsabilidades al frente de un ministerio no solo requiere vocación y voluntad, sino experiencia política. Haber sido parlamentaria es una prueba de capacidad para trabajar por el país. He sido invitada a la cartera de la , para servir al país, y no para servirme del cargo. Los derechos sociales, políticos y económicos de la mujer desde que asumí la función de congresista han sido aspectos centrales en mi quehacer público y político. 

He recibido sendas denuncias públicas con el evidente propósito de descalificarme políticamente. No son ciertas como lo demostraré oportunamente. Mis actos han sido, son y serán transparentes. Antes y durante del ejercicio de la función pública nunca han estado reñidos con la honradez y la lealtad a los principios y valores con los que fui educada. 

En un artículo pasado J. C. Eguren me menciona diciendo “sin llegar a calificar la conducta” que dé un paso al costado. Esto desde mi punto de vista de mujer, madre y política es absolutamente inaceptable porque significaría que acepte implícitamente culpa de algo que no he hecho y que nos acostumbremos a manejarnos en una sociedad en que tenga más peso los ataques de personas interesadas, disfrazados de sospechas y acusaciones que los principios éticos y valores morales que deben estar anclados en la justicia. Si las sospechas gobernaran las acciones de los políticos, ministros y jefes de Estado dejarían de serlo; la política sería el reino del temor y la injusticia. No es así, estimado Juan Carlos. Y menos viniendo esas ideas de alguien que preside la honorable Comisión de Justicia. Nunca se debe valorar más la forma que el fondo. Me refiero a que se aparte del sentido de la justicia y ceda ante lo que se considera “políticamente correcto”.

Carmen Omonte no puede concebir las cosas en forma sesgada ni a medias tintas. El Perú merece que sus políticos se acostumbren a dar pasos de frente, y hacia adelante. No es políticamente correcto apoyar actitudes que estén en contra de criterios fundamentales de justicia. Tampoco es ético apoyar ataques ni fomentar una huida política, sin antes esclarecer los hechos, y menos aún sin que se permita ejercer el derecho de defensa en la instancia respectiva. 

Solo así –no mostrando debilidades ni doblez– podemos afrontar sin temor los problemas y desafíos que la nación tiene; retos que requieren del coraje que siempre ha demostrado la mujer peruana en los momentos que más se le ha necesitado. Esto es, además, corrección política. Yo apuesto por un Perú mejor en el que los valores políticos no pueden estar desasociados con los de justicia.