El grupo de trabajo de Reforma Electoral encargado por la comisión de Constitución a Patricia Donayre presentó el resultado de nueve meses de labor: un borrador de ley electoral de más de 400 artículos. El documento tiene dos méritos insoslayables: articula una propuesta integral y goza de la legitimidad del consenso multipartidario. (Ilustración: Giovanni Tazza)
El grupo de trabajo de Reforma Electoral encargado por la comisión de Constitución a Patricia Donayre presentó el resultado de nueve meses de labor: un borrador de ley electoral de más de 400 artículos. El documento tiene dos méritos insoslayables: articula una propuesta integral y goza de la legitimidad del consenso multipartidario. (Ilustración: Giovanni Tazza)
Kenji Fujimori Higuchi

Ha llegado el momento de establecer las elecciones universales con supervisión de la en los partidos políticos.

Lo que debe existir en adelante son comicios internos donde cada militante tiene un voto. No debe haber en lo sucesivo, nunca más, elecciones indirectas con intermediación de delegados.


Esa práctica debe ser dejada de lado para siempre porque es fácilmente atacada por la corrupción. Es de todos conocido el caso a escala global de la FIFA. Lo que hizo posible por años la complicidad, el secretismo y la continuidad en los cargos fue precisamente la elección a través de delegados designados desde la cúpula. A escala local, el sistema de corrupción fue el mismo en la Federación Peruana de Fútbol, a través de sus 24 delegados departamentales designados –no elegidos–por la cúpula enquistada durante años por el inefable Manuel Burga, hoy extraditado a Estados Unidos. En los últimos años, dentro de un nuevo marco de transparencia en la lucha anticorrupción, algunos dirigentes –tanto a nivel global como nacional– han sido finalmente apartados y procesados judicialmente. La cúpula ha cambiado, pero el sistema continúa. Y el Perú sigue fracasando en llegar al Mundial. Este es otro costo de tolerar la corrupción.

Hay que inclinarse ante la evidencia de que puede existir una falla en la arquitectura institucional de la elección por delegados como tal. Y es necesario alejar cuanto antes a los partidos políticos del peligro que ese arreglo institucional encierra. Por grande que sea el peligro de la influencia de recursos financieros de origen oscuro en elecciones directas, estas se evidencian ante los electores que las fiscalizan. El oscurantismo es siempre mayor en un sistema de elección indirecta, donde no es difícil digitar al gran elector intermedio: el delegado, que vota luego por consigna en unas elecciones internas para satisfacer el requisito formal de un proceso con apariencia de elecciones.


Ha llegado la hora por lo mismo de que la Comisión de Constitución del Congreso de la República, que preside el legislador Miguel Ángel Torres, que discute actualmente la , considere debatir una iniciativa relativa a las elecciones universales internas de los partidos sin la intermediación de delegados y con supervisión de las autoridades electorales. Estoy seguro de que el congresista Torres, a quien conozco desde las aulas escolares, no dejará caer en saco roto este insumo que queremos alcanzarle la enorme mayoría de los peruanos. De esta manera, los líderes de los partidos llegarán a las elecciones del 2021 con la renovada legitimidad que les proporcionará el voto de las bases de todo el Perú.


El respeto a la persona, en especial a la mujer, es fundamental para nuestra evolución como sociedad. Es por ello que no quiero dejar de expresar en esta oportunidad mi solidaridad y respaldo a nuestra colega , quien al frente de un grupo de trabajo multipartidario representando a Fuerza Popular ha elaborado durante meses un proyecto de Código Electoral en la Comisión de Constitución. Ese esfuerzo, tal como han reconocido especialistas en materia electoral, se halla todavía a tiempo de ser debatido en su integridad.

La reforma electoral debe ser atendida con responsabilidad, sin estrategia política, con una perspectiva amplia, no en función de elecciones inmediatas, hasta formar el círculo virtuoso que permita convocar nuevamente a los jóvenes a la política.