Cepal rebajó a 2,8% estimación de crecimiento para Perú en 2014
Cepal rebajó a 2,8% estimación de crecimiento para Perú en 2014
Redacción EC

Mientras el nivel del debate político se hunde y el divorcio de las instituciones respecto al país crece, aumentan los pedidos concretos de una ciudadanía cada vez más informada y comunicada. 

Ahora, las propuestas como “crecimiento” o “justicia social” solo se aceptan si se traducen rápidamente en obras que aumenten la calidad de vida y el bienestar. Así, debemos cambiar las instituciones, crecer, mejorar la educación y la justicia, que son temas de mediano plazo, pero, sin obras inmediatas, la política seguirá divorciándose de la nación. 

Se requiere una acción enérgica que rompa la apatía o indiferencia del Estado y, para ese fin, el ‘shock social’ es un término accesible e indica que el próximo gobierno deberá recuperar el tiempo perdido, la velocidad, y multiplicar las obras concretas y la seguridad ciudadana para que todos sientan que la inversión y el crecimiento llegan a ellos.

Los trámites, permisos y la inexperiencia, o el afán politiquero de los actuales gobernantes, han detenido al país. 

Por ejemplo, entre el 2006 y el 2011 se ejecutaron en Lima 11 grandes proyectos de agua potable y alcantarillado para un millón ochenta mil personas, y en todo el país un total de 2.240 obras de saneamiento; se concluyó la electrificación de 12 mil centros poblados y quedaron en ejecución otros tres mil; se pavimentó 10.500 kilómetros de carreteras.

Hace unos días visité en Paraíso Alto, de , el esquema 308 que dio agua a 80.000 pobladores, así como la electrificación de 40 asentamientos humanos y los 50.000 títulos de propiedad entregados en el distrito. Además, recorrí las postas médicas y wawa wasis ejecutados por los núcleos ejecutores de la población en el Edén del Manantial, en Virgen de la Candelaria, etc.

Pero sus pobladores reclaman al actual gobierno el haber detenido la ampliación del esquema 308 para el agua, la electricidad y el asfaltado. Lo mismo ocurre en Pachacútec de y en miles de pueblos de todo el Perú. 

¿Qué piden? La pavimentación de avenidas como Olaya o Jerusalén en El Paraíso. Si esas obras no se hacen y además se reduce el crecimiento, el desempleo y la pobreza crecerán. Entonces, el pueblo mayoritario se sentirá abandonado y no acompañará al Estado. 

Nuestros empresarios e industriales ya saben crecer y traer inversiones y tecnología. Confío en ellos. Pero al Estado le toca crear las condiciones y hacer las obras. 

Porque la obra pública popular tiene un efecto multiplicador. Si se aumenta en 10% la inversión en infraestructura, el país crecerá en promedio 3% y, en consecuencia, el empleo aumentará 2%. Pero es obra reproductiva, a diferencia de la distribución de billetes sin una adecuada focalización. 

El producto popular crece con la electricidad y con la reducción de las enfermedades gracias al agua potable. 

¿Hay dinero para eso? Sí. En el 2005 la recaudación de ingresos por el Estado sumó 50.000 millones de soles, en el 2011, gracias al crecimiento de 8% anual, alcanzó a 89.000 millones y, con ello, en cinco años, se hicieron 152.000 obras. Pero en el 2013 el ingreso superó los 110.000 millones. 

Hay dinero, pero faltan decisión, velocidad y conocimiento del Estado.

Nuestro producto nacional supera los 540.000 millones de soles. Si preparamos los proyectos desde ahora, podríamos invertir adicionalmente hasta 12.000 millones anuales para ejecutar 60.000 millones más en obras concretas en cinco años. 

Así lograríamos que el 100% de los limeños o el 95% de los peruanos tuvieran agua potable, electricidad, pistas, veredas y títulos de propiedad. 

Podemos, repito, reformar los poderes y la descentralización, o traer más inversión y mejorar la educación. Pero para que el país acompañe la política, tendremos que sacudir las instituciones estatales en favor del pueblo con un shock social que remeza al Estado para la seguridad ciudadana y por la ejecución de decenas de miles de obras que darán mucho empleo y fortalecerán nuestro sistema democrático. 

Un shock, además, para salir del triste nivel del debate político actual.