"Una cárcel con las puertas abiertas", por Pedro Canelo
"Una cárcel con las puertas abiertas", por Pedro Canelo
Redacción EC

Pedro Canelo

Periodista

La calle desbordada es el doloroso síntoma de un país enfermo que lucha por seguir viviendo. Para entender lo que pasa en no basta con compartir una noticia en Facebook o tomarte una foto chévere con un polo tricolor que diga “Fuera Maduro”. Hay que conocer el ardor de una bomba lacrimógena que te ha explotado en la cara o soportar el dolor de las costillas fisuradas por el brutal palazo de un policía. A Venezuela no hay que compadecerla desde el frío teclado de una computadora. A este país hermano hay que sentirlo desde sus tremendas heridas abiertas del alma.

Venezuela es una cárcel con las puertas abiertas. Y esta historia no ha comenzado con las protestas de la oposición y del líder encarcelado Leopoldo López. El país está polarizado y arde por dentro desde hace muchos años. Hugo Chávez ha muerto pero su capacidad para dividir la opinión de estas tierras llaneras sigue respirando en cada rincón venezolano. 

Conozcamos bien al vecino antes de improvisar un inconsistente abrazo solidario por Twitter. Más allá de  Chávez y sus prolongados bramidos públicos, la mayoría por aquí conocía muy poco de la realidad venezolana. De este país solo llegaban noticias por sus reinas de belleza, sus fallidas telenovelas y las baladas de Guillermo ‘Nacho’ Dávila o del ‘Puma’ José Luis Rodríguez. Parecía un país en permanente estado de felicidad. Parecía.

Investigo, me informo, me solidarizo y después actuó. Así debería ser la línea de reacción para hacer más eficaz las campañas de protesta ante un atropello social. Una vez más, las redes virtuales ayudan pero también nos llevan a la confusión.  Lo de Venezuela es trágico, es para minutos de silencio, para apretar el corazón. No es para tomarse fotos sonriendo con una pancarta que tenga una frase  de apoyo en inglés (sí, en inglés, es lo último que vi sobre el tema en una página de Facebook). 

Ojalá que esos miles de espontáneos también estén igual de atentos cuando sucedan incidentes como los de Bagua o Conga. Por moda o pose puedes hacer muchas cosas, no jugarte con la realidad dramática de un país.

Nicolás no es Maduro y se revela en constante exhibición de su más conflictiva naturaleza. El Internet y las redes sociales hoy también sirven para desbloquear la información en países con gobiernos autoritarios. Pero una vez más propagan la ‘todología’ como una epidemia que nunca suma. Que se proclamen los aires de libertad en toda Sudamérica, que la indignación cruce las fronteras pero también busquemos la verdad de un país que estaba acostumbrado a vivir en silencio y que hoy por fin grita.