La charanga fujisindicalista, por Carlos Meléndez
La charanga fujisindicalista, por Carlos Meléndez
Carlos Meléndez

El arribo de 42 profesionales de la salud para brindar asistencia técnica al Minsa ha causado tremendo revuelo político. La bancada fujimorista ha solicitado interpelar a la titular del sector, . Los gremios médicos la han denunciado ante el Ministerio Público por presuntos delitos de usurpación de funciones, abuso de autoridad y promoción del ejercicio ilegal de la medicina. Un sector de la prensa de derecha ha pegado el grito en el cielo. Un opinólogo, en un arranque de xenofobia, ha señalado (sin verificar) que hay funcionarios con acento cubano “en una ventanilla del Seguro Social” [sic] (¿Chaqueta Piaggio, primer sospechoso?). 

La llegada de personal médico cubano obedece al Convenio de Cooperación Técnica (2014) entre los ministerios de Salud de ambos países, dentro de un tratado internacional suscrito durante el gobierno fujimorista (1999). Los profesionales cubanos no compiten por puestos ni atienden al público. Su función es asesorar el Programa de Formación de Salud Familiar y Comunitaria (previsto en la reforma de salud), de amplia experiencia en el sistema cubano. ¿Por qué entonces tanta oposición?

La gestión ministerial actual emprende cambios que han generado oposiciones políticas y sociales. En el Parlamento, la bancada fujimorista ha sido el principal obstáculo a las medidas sectoriales; han apoyado la acción de inconstitucionalidad de los decretos legislativos respectivos ante el Tribunal Constitucional. En la calle, –en la Federación Médica y luego en el Colegio Médico– ha liderado la crítica gremial. El peor escenario para la reforma es que sendas oposiciones encuentren un tema de “feliz coincidencia”. Cuando esto ocurre (como con los médicos cubanos) se orquesta una férrea lucha. Es decir, una charanga fujisindicalista que elude principios ideológicos. Pero esta actitud puede ser un bumerán para sus promotores.

Es entendible la oposición radical fujimorista a cualquier política gubernamental, especialmente si esta puede salvar el honor del nacionalismo. Mas no le conviene mostrarse como obstruccionista de políticas públicas de positivo impacto popular, como promete la reforma de salud. 

Para el gremio médico, el resultado puede ser incluso más contraproducente. 

Si bien el enfrentamiento al gobierno permite a la dirigencia ganar figuración política, ello ha implicado abandonar el discurso progresista y desnudar su pragmatismo. El sistema de salud único (como el modelo cubano) se enarbola como la propuesta programática “alternativa” gremial. Esta incoherencia podría alejar a su aliado programático (Foro Salud), generar divisiones internas (los médicos peruanos egresados de Cuba) y romper tradiciones de colaboración (1.179 médicos peruanos formados en Cuba en los últimos siete años). 

Finalmente, los temores de un sector de la opinión pública son ridículos. No hay evidencias de injerencia cubana en un gobierno sin preferencias socialistas. Es más, Cuba dejó de interesarse geopolíticamente en el Perú desde el giro de Humala en su hoja de ruta. La beligerancia macartista proviene de la difusión del miedo al eje Cuba-Venezuela, que alucina espías en cada cubano. Paradójicamente, terminan haciéndole juego a “sindicalistas rojos” [sic] que no trascienden su lógica reivindicativa salarial y alistan otra huelga para el próximo mes.