En el límite, por Jaime de Althaus
En el límite, por Jaime de Althaus
Redacción EC

Nadine Heredia ha revelado de manera franca y transparente cuál es su papel, no solo en el Gobierno, sino también en la relación con su esposo. Y ambos papeles, obviamente, están relacionados. Podríamos decir que el primero se deriva del segundo. Ella tiene una influencia decisiva sobre él, y si él es el presidente de la República, también la tiene entonces sobre las decisiones del Ejecutivo, en la medida que dependen del presidente.

¿Configura eso un poder informal peligroso para el orden constitucional? ¿Vale la pena convertir este asunto en el primer problema político nacional? Cierto es que algunas de las funciones que ella describe están en el límite: por ejemplo, las reuniones con los ministros para ver los proyectos de ley, luego con la bancada de gobierno. Como presidenta del Partido Nacionalista, tiene sentido que se reúna con su bancada para esos fines, pero ese título no le vale para reunirse con los ministros, salvo que lo haga para informarse bien y no para aprobar o desaprobar.

Sería grave si, en este último caso, ella aprobara o desaprobara todo y su esposo solo firmara. Pero tampoco es así. En algunos casos, ella opina y “aporta”, pero formal y realmente es el presidente quien toma la decisión, con una mayor o menor influencia de ella. Pero el presidente tampoco puede tomarla sin refrendo ministerial: es el Consejo de Ministros, en el que ella no participa, el que aprueba los proyectos de ley.

De otro lado, es difícil afirmar que el presidente no pueda pedirle a su esposa que lo asesore respecto a algunas iniciativas ministeriales. No es una asesoría formal, es cierto, pero no sería ilegal, salvo que se superpusiera con las funciones del presidente del Consejo de Ministros, que tiene la tarea de “coordinar las funciones de los demás ministros”. Pero esto se refiere a las acciones multisectoriales, no a revisar las iniciativas sectoriales.

Es cierto, sin embargo, que por momentos ella no percibe los límites constitucionales: no es consciente de que en el desmentido a Villanueva ella actuó como portavoz del Gobierno, función que la Constitución le da al primer ministro. Tiende a extralimitarse. La pregunta aquí es si, de ser elegida presidenta el 2021, lo haría con los otros poderes del Estado.

No obstante, el problema ahora es principalmente político: los electores no sabían que al votar por Ollanta Humala estaban votando por un poder de influencia muy grande de su esposa. Pero esto tiene el rango de una promesa implícita incumplida, no de un atropello constitucional. Cuando el 85% considera que la actuación pública de Nadine Heredia perjudica la gestión del presidente Humala, no está pensando en que invade funciones del premier o de los ministros, sino que perjudica la imagen del presidente como líder fuerte.

Muchos de quienes votaron por él pensaron en una suerte de ‘neo-Fujimori’, un hombre fuerte y cercano que pondría orden frente a la delincuencia y la corrupción. Y no resultó así. Por eso, solo el 7,5% considera que el presidente tiene mucha autoridad. Eso es lo que pasa.