(Ilustración: Rolando Pinillos)
(Ilustración: Rolando Pinillos)
Roberto Abusada Salah

En medio del torbellino político que atraviesa nuestro país, un hecho pasó casi desapercibido. El Perú dio hace pocos días un paso gigante en su integración a la economía global: selló el llamado Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP) junto con Chile, México, Australia, Brunéi, Canadá, Malasia, Japón, Nueva Zelanda, Singapur y Vietnam. El CPTPP se firmó aprovechando los casi diez años de negociaciones para concluir el Tratado de Asociación Transpacífico (TPP), el cual no entró en vigencia cuando el presidente estadounidense, Donald Trump, en una de sus primera decisiones, retiró a Estados Unidos del tratado.  

El CPTPP representa una respuesta trascendental a las pulsiones proteccionistas que ha desatado Trump precisamente ahora que anunció su decisión de imponer aranceles de 25% y 10% al acero y aluminio importados. Trump ha puesto al mundo en peligro de iniciar una guerra comercial que puede amenazar la recuperación del crecimiento global (ya la Unión Europea ha anunciado acciones retaliatorias). Fiel a su estilo, una mezcla de ignorancia con matonería y populismo, el presidente estadounidense ha declarado: “Las guerras comerciales son buenas […] y además fáciles de ganar”. La decisión provocó la inmediata renuncia de su asesor principal en materia económica, Gary Cohn.  

En la mente de Trump, el comercio internacional es una actividad de suma cero (lo que gana un país es lo que el otro pierde). Dice que toma esta medida para traer de vuelta miles de empleos que otros países le han robado a Estados Unidos. De nada sirve que sus asesores hayan comprobado que tal medida proteccionista hará que la economía estadounidense pierda entre cinco y siete empleos por cada uno que se genere en la industria del acero y el aluminio, y que además causará un evidente daño a todos los consumidores de dichos productos y a las industrias que los usan como insumos. 

Por esto la reciente firma del CPTPP ha tenido una repercusión política positiva tan importante. Ello a pesar de que sin Estados Unidos el PBI combinado de los 11 países representa el 13,5% de la economía mundial (versus el 38,5% de los 12 países originales en el TPP). 

Se reconoce que los países que más se beneficiarán del nuevo acuerdo son las economías más pequeñas como el Perú y Vietnam. Y aunque nuestro país ya contaba con acuerdos de libre comercio bilaterales con algunas naciones que ahora integran el CPTPP, ellos mejorarán sus ventajas al incrementar la potencial penetración de productos y servicios peruanos a tales países.  

Además, al añadirse nuevos países con los que no teníamos tratados, el CPTPP abre oportunidades enormes. Sobre todo para productos manufacturados, insumos industriales, frutas y hortalizas en países como Brunéi, Nueva Zelanda, Vietnam y Malasia. Así se otorgará un impulso adicional a las exportaciones peruanas cuya tasa de crecimiento el año pasado fue la tercera más alta del mundo (21,3%). 

Una característica de invalorable importancia que aporta el CPTPP al Perú es la llamada ‘acumulación de origen’. Mediante este mecanismo, la industria peruana podrá usar insumos o componentes provenientes de cualquier país del grupo para incorporarlos al producto nacional y luego exportarlo sin aranceles a un tercer país del CPTPP. Esto permitirá a grandes y pequeñas empresas peruanas incorporarse competitivamente a enormes cadenas de valor mundial.  

Esa particularidad es importante, ya que la industria mundial moderna se caracteriza por la profusa incorporación de los componentes, partes e insumos provenientes de proveedores de decenas de países. La participación peruana en tales cadenas de valor abre posibilidades insospechadas a la industria nacional. 

Todo lo anterior nos hace reflexionar sobre el papel que ha tenido la gradual pero continua integración al mundo en el bienestar de los peruanos. Hemos dejado atrás los tiempos en que nuestra producción dependía de altos impuestos de importación o las prohibiciones a importar bajo el modelo que se abolió hace un cuarto de siglo, que desarrolló una industria minusválida. Hoy los consumidores y la industrias se abastecen de productos competitivos de todas partes del mundo. Por ello es que productos peruanos de alta calidad se venden también a precios competitivos en decenas de países de todo el mundo.  

Actualmente el Perú goza de acceso preferencial a mercados globales para más del 90% del total de sus exportaciones, y puede aspirar a la verdadera diversificación de su producción manufacturera, de servicios, agrícola agroindustrial, pesquera o forestal. Se trata de un proceso que puede ser imparable si el país mejora su estabilidad política, la limpieza y predictibilidad de sus leyes, y procede con la indispensable cirugía mayor de nuestro sistema administrativo-burocrático.

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