Hay indicios de la tramitación de los permisos necesarios para vender a Yaku y Wayra a Jamaica. No es una buena noticia. Fuentes bien informadas aseguran que no están en condiciones de ser trasladados y que se precipitará su muerte en el trayecto. ¿Por qué hacerlo entonces? Para que sus ‘dueños’ cobren el millonario seguro de vida de estos delfines. Si eso no es sadismo empresarial, ¿cómo se llama?
Cuando los intereses comerciales son condimentados con el desprecio por la vida, en todas sus formas, el resultado es catastrófico y dañino para la sociedad en su conjunto. Necesitamos empresarios y no ‘empresaurios’, como diría mi buen y querido amigo Herbert Mujica (un anarquista confeso, coherente y decente, con quien concuerdo algunas veces y otras muchas no). En este caso sí, porque solo como ‘empresaurios’ puede tildarse a los Levy (Gremco, ex banco Nuevo Mundo, Hotel Los Delfines y etc.), responsables de la agonía de los dos delfines.
Yaku y Wayra –como cualquier criatura indefensa– nos plantean un dilema moral, tanto a los vecinos de Lima como a las autoridades y a los medios de comunicación. ¿Seguiremos siendo cómplices de su sufrimiento, de un encierro que solo les genera estrés y locura?
Todo empezó en 1997, cuando fueron raptados de su hábitat natural en el Caribe cubano y vendidos, vía México, al hotel de los mellizos Levy. Los delfines ingresaron a nuestro país gracias a artimañas legales promovidas por ese par, en contubernio con malas autoridades. Los mellizos están muy tranquilos pese a que los defensores de la vida animal protestan, pues los delfines se la pasan encerrados y dopados en dos pozas, demasiado pequeñas, en La Herradura, en Chorrillos. Esto luego de ser exhibidos cual payasos en su hotel sanisidrino, hasta hace pocos años.
No contaban con que dejaría de ser ‘cool’ ver cetáceos cautivos en pésimas condiciones, pero negocios son negocios: si vivos ya no rinden, que mueran para cobrar el seguro.
Ahora, ¿qué puede esperarse de dos estafadores de ancianos de la comunidad judía (su comunidad) que les confiaron sus ahorros? Los Levy los timaron vía las oficinas ‘offshore’ del ‘banco’ (carrusel-pirámide) Nuevo Mundo, que quebraron. Si perpetraron algo así contra ancianos, algunos de ellos sobrevivientes del holocausto nazi, no se inmutarán por dos delfines. Pero a muchos si les [nos] importa el mensaje deshumanizador de esos animales sufrientes.
Decía William Douglas, magistrado de la Corte Suprema de Estados Unidos que “uno de los más profundos conflictos de nuestro mundo es el que existe entre la conservación de la naturaleza y la codicia de algunos hombres”. Los señores Levy son la muestra viviente de esa codicia. Ojalá entiendan que la vida silvestre no es una mercancía.
Por suerte la situación de Yaku y Wayra hiere cada vez más la sensibilidad de los limeños y ya no solo a un puñado.
Costa Rica, Hungría, Chile y la India ya han prohibido la exhibición y cautiverio de delfines. En India son considerados “personas no humanas”, por su inteligencia y porque estudios del filósofo Thomas White muestran que tienen personalidad, autocontrol y emociones.
Paremos el sufrimiento de estos delfines y el sadismo de ciertos ‘empresaurios’.