Editorial El Comercio

En la mañana de ayer, circuló la versión de que el ministro de Economía y Finanzas, , había presentado su renuncia, lo que llevó a distintos medios a presentarla como un hecho confirmado. En este Diario, sin embargo, seguimos la información con cautela y, horas después, el propio Contreras compareció ante la prensa tras reunirse con la presidenta Dina Boluarte para asegurar que continuaba en el cargo.

Los rumores de un posible cambio en el sector habían comenzado en realidad el miércoles, cuando la mandataria recibió en Palacio de Gobierno a los exministros de Economía Luis Carranza y José Arista durante tres horas. Según trascendió después, Boluarte le habría pedido al primero de ellos que reemplazara a Contreras, pero se habría negado. Más allá de lo sucedido, sin embargo, es innegable que el MEF necesita un nuevo impulso, pues, pese a que lleva casi 13 meses en el cargo, la gestión de Alex Contreras no ha obtenido los resultados que se esperaban.

Es cierto que su designación en diciembre del 2022 fue positiva en la medida en que, después del desastre del gobierno de Pedro Castillo en el que diversos ministerios fueron encargados a personajes que destacaban más por sus antecedentes policiales o por su comportamiento excéntrico antes que por sus cualidades técnicas, él apareció como un funcionario calificado y con trayectoria en el sector. También es verdad que en los primeros meses el país se vio afectado por una serie de factores (desde las protestas hasta el ciclón Yaku) que impactaron en la economía.

Pero una vez que se logró dejar atrás estos, la situación no mejoró. De hecho, las proyecciones de crecimiento fueron cayendo con el paso de los meses y, como mencionamos en este Diario cuatro días atrás, es probable que hayamos cerrado el 2023 con una caída de la economía del 0,6%, lo que, excluyendo el colapso causado en el 2020 por el COVID-19, sería el resultado más desastroso desde 1990.

A lo largo del año que pasó, además, varias señales daban cuenta de que la situación económica no era tan auspiciosa como el MEF quería pintarla. A inicios de agosto, por ejemplo, el ministro Contreras afirmó que, luego de un pésimo primer semestre, en julio, la economía retomaría la senda del crecimiento, solo para ser desmentido al mes siguiente por el INEI, que reveló que julio había sido el peor segundo mes del 2023 en términos de crecimiento interanual.

En octubre pasado, asimismo, el ministro Contreras reconoció lo que distintos especialistas venían advirtiendo desde hacía tiempo: que estábamos en recesión, pese a que dos meses antes había descartado esa posibilidad (“La economía no está en recesión y no ha entrado en una”, sostuvo). En diciembre, por último, el titular del MEF volvió a pasar otro trago amargo, cuando el presidente del Consejo Fiscal, Carlos Oliva, cuestionó su decisión de transferir por adelantado al Tesoro Público las utilidades del Banco de la Nación –que debía realizarse recién este año– para acercarnos a la regla fiscal (2,4% para el 2023). Una medida que, en buena cuenta, equivalía a “desvestir a un santo para vestir a otro”, como bien dijo el exministro de Economía Luis Miguel Castilla.

Pese a que varios expertos criticaron la decisión del titular del MEF, este no solo se negó a reconocer un posible error, sino que cargó destempladamente contra el presidente del Consejo Fiscal, acusándolo de brindar “aseveraciones tan ligeras” y de mostrar una “actitud política”. La imagen que quedó de él tras este intercambio de palabras fue que no solo era renuente a reconocer errores, sino que era incapaz de seguir consejos… Algo que le vendría bien dadas las equivocaciones que ha tenido su gestión.

Quizás los rumores sobre la salida del ministro Contreras fueron desestimados por ahora, pero más allá de ello es innegable que al MEF no le vendría mal refrescarse.

Editorial de El Comercio