Editorial: Mentiras y desvaríos
Editorial: Mentiras y desvaríos

El electorado peruano no suele distinguirse por su memoria. Podría decirse, más bien, que a menudo actúa con excesiva benevolencia hacia sus políticos. Y es que no son pocos los que, pese a estar envueltos en sólidas acusaciones de corrupción, tener procesos legales pendientes o arrastrar el lastre de una gestión cargada de impericias, reciben una segunda oportunidad en el poder, tanto en el nivel del Gobierno Central, como en el de los regionales y locales, para no hablar del Legislativo. Por eso, es común que la contienda electoral traiga viejos candidatos en busca de redención política.

El ex presidente y candidato presidencial Alejandro Toledo, sin embargo, parece ser la excepción, pues las encuestas lo colocan en el sexto lugar de las preferencias electorales, con lo que sus posibilidades de volver a ocupar el sillón de Pizarro son remotas. Según los resultados de El Comercio-Ipsos publicados ayer, el líder de Perú Posible cuenta con una intención de voto de apenas 3%, cifra que no le permitiría, siquiera, superar la valla electoral. 

A Toledo, no obstante, los sondeos le preocupan poco, pues asegura haber recorrido este camino antes. Lo que su afirmación parece ignorar, empero, es que la ruta ya trazada es muy distinta a la que ahora atraviesa, y remontar en las encuestas requerirá que la ciudadanía olvide las razones que –merecidamente– lo colocaron ahí. En cualquier caso, en un acto de profilaxis democrática vale la pena recordar los hechos más significativos que llevaron al ex presidente a ocupar una posición en las encuestas que hoy bordea lo irrelevante.

Más allá de los constantes desatinos de su discurso electoral –al afirmar, por ejemplo, que viajaría a la India a recibir un Premio Nobel de la Paz o que invitaría al creador de Facebook a descifrar las Líneas de Nasca– o las consecuencias de manejar un partido personalista sin renovación de liderazgos, han sido sus continuas contradicciones respecto al Caso Ecoteva las que mermaron su credibilidad y, con ello, su intención de voto.

Como se recuerda, en el 2013 se hicieron públicas las millonarias compras inmobiliarias realizadas por su suegra, la ciudadana belga Eva Fernenbug, en nuestro país. Y si bien en un primer momento el ex presidente justificó las transacciones al asegurar que los más de US$4,5 millones invertidos provenían de una indemnización recibida por la madre de Eliane Karp como víctima del holocausto, esta versión fue rápidamente desmentida. 

Ante esto, el ex mandatario ensayó una nueva línea de defensa y manifestó que la compra se había realizado con una cuantiosa herencia recibida por la señora Fernenbug al enviudar. Cuando este argumento falló también, afirmó que se trataba de un préstamo que Josef Maiman –un empresario israelí amigo del ex presidente– había otorgado a su suegra, una mujer que bordeaba los 85 años al momento de adquirir los inmuebles. 

Cuando esa mentira quedó al descubierto, el ex mandatario cambió su versión por cuarta vez y manifestó que no se trataba de un préstamo, sino que la inversión inmobiliaria la habría realizado Maiman a través de la señora Fernenbug –a quien le habría proporcionado el dinero para tal fin–. Lo que finalmente se demostró fue que el dinero provenía de una sociedad costarricense llamada Ecoteva, que incluía, entre sus accionistas, a una empleada de limpieza y un guardia de seguridad del estudio de abogados donde la empresa fue constituida. 

La situación de Toledo se complicó cuando el abogado encargado de establecer la sociedad indicó que había actuado por encargo expreso del ex presidente. Por otro lado, su récord migratorio mostró que había estado en el país centroamericano en fechas cercanas a la constitución de la empresa. Peor aun, las declaraciones del corredor inmobiliario y de los propietarios de uno de los inmuebles evidenciaron que, tanto Toledo como su esposa, habían estado directamente involucrados en la compra de las propiedades. Así, las muchas versiones del ex mandatario perdían asidero.

Por todo esto, el candidato de Perú Posible parece dirigirse al colofón de su vida política entre mentiras y desvaríos que lo dejan sin aire cuando le toca enfrentar las graves acusaciones que pesan sobre él. Y, si bien la historia de nuestro país demuestra que no se puede predecir el ocaso político de quien alguna vez ostentó el poder, el Caso Ecoteva se torna accesorio cuando de determinar el verdadero problema de Toledo se trata, pues no ha habido mayor impedimento para esclarecer su situación que él mismo.