Fuerza Popular fue la única bancada del Congreso que no asistió a los diálogos llevados a cabo en el Ministerio de Educación con representantes de los profesores con motivo de la huelga magisterial.
Fuerza Popular fue la única bancada del Congreso que no asistió a los diálogos llevados a cabo en el Ministerio de Educación con representantes de los profesores con motivo de la huelga magisterial.
Editorial El Comercio

Que casi 2 millones de alumnos hayan pasado dos meses sin clases y estado en riesgo de perder el año escolar es, sin duda, un problema nacional. En estas circunstancias, la solución de la prolongada huelga magisterial, se entendía, era deseada y buscada por todas las esquinas del espectro ciudadano y político, con independencia de la atribución de responsabilidades que correspondiese hacer en su debido momento.

Bajo esta premisa es que se convocó a la ministra Marilú Martens a la Comisión de Educación del Congreso el pasado miércoles, en una accidentada sesión que contó con la inusitada y cuantiosa asistencia de parlamentarios de todas las tiendas.

En esa ocasión fueron dos las agrupaciones que demandaban con mayor ahínco que el Ministerio de Educación se reuniera con los “verdaderos representantes” del magisterio, frente a las reticencias que el Ejecutivo mostraba por los supuestos vínculos de algunos dirigentes sindicales con agrupaciones terroristas. Nos referimos al Frente Amplio y a Fuerza Popular (FP). Precisamente, fueron integrantes de ambos partidos los que votaron a favor de que en la misma sesión parlamentaria se recibiera a Pedro Castillo y otros docentes que estaban en ese momento dentro del Parlamento. No faltó incluso quien, como Karina Beteta de FP, propuso “a través del Congreso […] identificar realmente quiénes son los verdaderos dirigentes en cada una de las regiones” y con ellos “buscar la solución”.

El reclamado diálogo se llevó a cabo desde el viernes, pero a la sede del Ministerio de Educación nunca llegó la ayuda prometida para identificar a los representantes regionales del magisterio, ni nadie de FP para tal caso. Sorpresivamente, la bancada mayoritaria del Congreso fue la única ausente, en contraposición a los representantes del Apra, Acción Popular, Alianza por el Progreso, Frente Amplio y Peruanos por el Kambio, que participaron de las negociaciones como intermediarios entre los profesores y el Ministerio de Educación en maratónicas sesiones los días viernes y sábado.

Ante la comentada ausencia, fue el vocero alterno de la bancada fujimorista, Héctor Becerril, quien intentó justificarla alegando que y no el Congreso, y criticando a “las diferentes bancadas que han ido a esa reunión que no les corresponde”. Además, desmereciendo el papel mediador que desempeñaron los representantes de todas las bancadas parlamentarias, agregó: “¿Cuál es el rol que están jugando ellos en la reunión? Ninguno. Están como convidados de piedra […] Ni siquiera han sido capaces de acelerar a que escuchen a los maestros el día de ayer. Entonces, ¿para qué van? ¿A conversar entre ellos?”, en una muestra de mezquindad e intransigencia ante lo que se suponía era un problema nacional que FP también estaba interesada en arreglar.

Resulta difícil de explicar, pues, cómo un partido cuyos integrantes dieron tribuna a algunos huelguistas dentro del mismo Palacio Legislativo (Héctor Becerril) y hasta llegaron a afirmar que “Fuerza Popular está identificado con ellos [los maestros], al margen [de] quien sea o no sea terrorista o del Movadef” (Yesenia Ponce), de pronto, se desentendió completamente de la negociación de los docentes pese a tener la oportunidad de colaborar para llevar el diferendo a buen término.

Aunque quizá no sorprenda tanto la reacción del fujimorismo si se recuerda el mensaje que Keiko Fujimori había difundido en su cuenta de Facebook el último viernes. En dicho video, la líder de FP criticó al Gobierno, como tantas otras veces, sin aportar una sola iniciativa de reforma. Paradójicamente, la señora Fujimori ofreció conceder al Ejecutivo facultades legislativas en educación, en lugar de plantear alternativas legislativas ella misma, como cabeza del partido que controla el Congreso. Lo cual quiere decir o bien que FP no tiene ninguna propuesta para mejorar la situación del sector educación o bien que no quiere asumir ninguna responsabilidad y prefiere que el Ejecutivo cargue completamente con ella.

Así las cosas, parece ser que el entusiasmo de FP por la huelga magisterial empezaba y terminaba con la posibilidad de atacar al Gobierno más que por la búsqueda de un desenlace positivo.

Se dice que uno puede ser parte del problema o parte de la solución, y en este trance, queda claro cuál fue el lado que el fujimorismo escogió.