(Foto: GEC)
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Editorial El Comercio

Aunque nunca han dejado de ser importantes, las vacunas vienen recibiendo más atención que nunca ahora que el mundo espera ansioso que se descubra una para combatir el COVID-19. Buena parte de las candidatas ya se encuentra en la fase final de los ensayos clínicos. Pero que se halle la fórmula precisa para protegernos del nuevo coronavirus es solo el comienzo de un trance aún más arduo: aplicársela a un porcentaje significativo de la ciudadanía.

En nuestro país, los retos planteados por este proceso se han visto nítidamente expresados en el caso de una niña de 5 años que, esta semana, fue diagnosticada con difteria; una enfermedad que no se registraba en el Perú desde hace 20 años.

Aunque el caso fue descubierto en Lima, se supo que la paciente se había mudado a la capital hace 12 meses y que antes había vivido en Loreto con su familia. Por problemas de acceso a la zona donde nació, la menor no había sido inmunizada contra la referida dolencia, toda vez que, según precisó el Minsa, solo recibió una de las tres dosis necesarias. De acuerdo con sus médicos, la menor se encuentra en buen estado (*), pero es claro que lo ocurrido debe motivar a nuestras autoridades a reflexionar sobre cómo llegar a más lugares con las vacunas, una circunstancia que solo se hace más apremiante ahora que se aguarda la llegada de la inyección contra el nuevo coronavirus.

Además, como informó este Diario, la pandemia ha traído como una de sus consecuencias una dramática disminución en el número de personas inoculadas contra diversas enfermedades. Este año solo se ha inmunizado al 40% de la población contra los males incluidos en el calendario regular, entre los que se encuentra la difteria. La escala del problema la explicó bien el viceministro de Salud Pública, Luis Suárez, quien declaró que “para este mes esperábamos una cobertura de alrededor de 70%”, una cifra bastante alejada de la que finalmente se logró.

El Minsa ha anunciado que tomará medidas en las próximas semanas para paliar esta situación, pero es evidente que se necesitará emprender una campaña harto ambiciosa para cuando llegue la hora de vacunar a los peruanos contra el COVID-19. El primer paso tendrá que ver con garantizar que se llegará al mayor número de personas posible, identificando cuáles son las áreas del país a las que es difícil acceder y elaborando estrategias para sortear los obstáculos que puedan presentarse. Asimismo, habrá que tener preparada la infraestructura para almacenar la sustancia y las herramientas necesarias para distribuirla de forma efectiva.

El segundo paso es casi tan importante como el primero y tiene que ver con la urgencia de llevar a cabo una campaña comunicacional que deje meridianamente claro por qué es importante vacunarse y para despejar todos los mitos y mentiras que se suelen difundir sobre este proceso. Esto se hace particularmente relevante si se toma en cuenta que, según una encuesta de Ipsos de agosto, 22% de peruanos no se vacunaría contra el nuevo coronavirus. De estos, 46% no cree en la eficacia de las vacunas, 40% cree que puede causar otras enfermedades y 11% cree que podría tener microchips para rastrear a las personas.

La desinformación va a ser uno de los retos que habrá que enfrentar más temprano que tarde, y con ese objetivo una cruzada informativa de nuestras autoridades será fundamental. Las conspiraciones y las mentiras, cuando conciernen a la salud pública, pueden ser tan letales como el virus que buscamos erradicar. La tarea, lo sabemos, no será sencilla, pero su importancia es indiscutible y el Minsa tiene la obligación de estar a la altura.

(*) La niña diagnosticada con difteria murió poco antes de la medianoche del viernes por una complicación cardiaca.

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