Ciudad de M(ercenarios), por Arturo Maldonado
Ciudad de M(ercenarios), por Arturo Maldonado
Arturo Maldonado

Mañana Lima celebrará su aniversario 482 de fundación española y mucha agua ha corrido bajo el puente. A quienes se les ocurrió llamarla la tres veces coronada villa o Ciudad Jardín no la deberían ver hoy. La villa es ahora un monstruo urbano y de jardines tenemos apenas pocos metros cuadrados por habitante. Tanto ha cambiado nuestra capital que Sebastián Salazar Bondy ya la llamaba “la horrible” hace como medio siglo. Quizá la pregunta de Zavalita en “Conversación en La Catedral” era más pertinente para esta ciudad que para el resto del país. A Lima la han ido jodiendo sus ciudadanos descuidados y sus autoridades indolentes.

A Lima la jode el peatón que bota un papel en la calle o el conductor que lanza una cáscara de fruta desde su auto. Nos jodemos cuando cruzamos la autopista sin usar el puente peatonal o cuando la luz ámbar significa que aún tenemos tiempo de acelerar y pasar el semáforo. La combi destartalada que debe miles de soles en papeletas y la moderna camioneta que se estaciona en los parqueos de discapacitados son los dos lados de una misma anomia social. Son los extremos que se tocan en su desafección por la ciudad y sus habitantes. Muchos somos mercenarios de la ciudad, buscamos nuestro beneficio sin importar nuestros deberes.

Pero si los limeños jodemos a la ciudad por omisión a reglas mínimas de convivencia, las autoridades que han gobernado la joden por acción de gobierno. Podemos mirar para atrás y decir que Alberto Andrade solo se ocupaba del Centro Histórico o que la gestión de Susana Villarán fue un desastre y quizá corrupta, pero el alcalde Luis Castañeda Lossio tiene que responder por la situación de la ciudad como responsable actual y de gestiones pasadas.

La aprobación del alcalde Castañeda ha caído 8 puntos porcentuales este mes. Los limeños indican que la seguridad y el transporte han empeorado durante su mandato y pocos quieren una probable reelección. No se entiende cómo es que los que más lo apoyan (nivel socioeconómico E y personas de 25 a 39 años) sean los que más sufren la anarquía del transporte público, y que los que menos lo apoyan (nivel socioeconómico A) sean los que potencialmente se benefician con su obsesión con el cemento y los intercambios viales.

En estos dos años de gestión solo se ha perdido tiempo para afrontar el problema del transporte. El corredor Tacna-Garcilaso-Arequipa está invadido de colectivos y el corredor La Marina-Javier Prado es una mala broma. El Metropolitano sigue atiborrado y sin nuevas rutas, y empresas como Orión solo necesitaron cambiar su razón social para seguir circulando.

Hace unos días explotó el conflicto con los peajes en Puente Piedra. La revisión de los contratos de esa y otras concesiones indica que están claramente sesgados a favor de la empresa. Algunos especialistas señalan que los beneficiosos márgenes de ganancia solo se explican por la corrupción. Nos jodieron a todos porque tendremos que pagar de nuestros bolsillos. Todos los responsables tendrán que rendir cuentas, incluido el alcalde.

Lima norte se rebeló ante estos abusos, pero Castañeda sigue sin saber cuál es el norte de la ciudad. Solo atina a soluciones cosméticas, como los parches en su emblemático ‘by-pass’ de 28 de Julio, que ya empieza a presentar fallas. 

Para el alcalde, Lima es como estar en una batalla donde solo busca beneficios particulares, sin importar el bando para el que lucha, que finalmente somos todos. Es una suerte de mercenario en guerra ajena. Es difícil querer a esta Lima jodida pero con el tiempo se aprende. Lamentablemente, a sus autoridades y a muchos de sus habitantes les resulta difícil la lección.