Maldición de ganadora, por Enzo Defilippi
Maldición de ganadora, por Enzo Defilippi
Enzo Defilippi

“Por lo menos el Congreso ya sabemos de quién es”, dijo el ex congresista Pedro Spadaro, hace unos meses, ante la incertidumbre de los resultados de las elecciones. Es verdad. Con una mayoría absoluta de 73 congresistas, el fujimorismo puede aprobar casi cualquier ley que considere conveniente.

Lo que pocos comentan es lo difícil que es mantener una supermayoría en un país donde es común que congresistas elegidos por un partido terminen en otro. Peor aún, que sean tantos que hasta les alcance para formar bancadas completas.

Es que 73 es un número muy grande como para mantener contentos a todos. No hay suficientes vocerías, presidencias de comisiones o de grupos de trabajo para que todos sean protagonistas. También es un número suficiente para que se formen varias facciones rivales: congresistas reelectos y nuevos, limeños y provincianos, militantes e invitados. 

Algunos hechos parecen indicar que ya ha habido algún conato de disidencia. El primero, las declaraciones del presidente Pedro Pablo Kuczynski indicando que buscaría “jalarse” algunos congresistas fujimoristas. Difícil creer que lo haya dicho sin que haya habido un acercamiento. El segundo, que el fujimorismo le haya asignado a sus congresistas provincianos un número de presidencias de comisiones mayor al previsible (lo que sería una reacción a las intenciones del presidente). El tercero, el apuro de esta bancada por discutir (esta misma semana) el proyecto de ley contra el transfuguismo en la Comisión de Constitución. En política no hay casualidades.

Un hecho que debe complicar el manejo de la bancada es la procedencia política de sus voceros. Dos fueron electos por otros partidos en el 2006 y 2011, y el tercero fue hasta hace no mucho el candidato aprista a la Alcaldía de Trujillo. Ello revelaría que la líder de Fuerza Popular considera que entre sus congresistas reelectos hay muchos soldados pero ninguno con condiciones de coronel, o que los hay pero no confía en ellos. Ninguna de las dos situaciones debe resultar halagadora para buena parte de su bancada. 

No debería sorprender, entonces, que Fuerza Popular pierda algunos congresistas en el camino. Si bien ello sería percibido como un golpe político, en la práctica ejercería el mismo control del Congreso con 10 o 15 miembros menos. 

¿Qué debería hacer Keiko Fujimori para evitar las disidencias? Hacerse más elegible, por supuesto. Como dijo el presidente Kuczynski, muchos congresistas se subieron al carro creyendo que ella ganaba. Para mantenerse en él deben creer que ganará las próximas elecciones. Para ello, debería empezar trazando una estrategia y adhiriéndose a ella. Hoy parece no tener una. No se entiende cómo, por ejemplo, disparar a todo lo que se mueve en el gobierno o anunciar el mismo 28 de julio que intentará imponerle su plan de gobierno mejoran sus posibilidades para el 2021.  

Se le llama “maldición del ganador” a la situación en la que uno termina pagando en exceso por algo, usualmente porque lo desea mucho. Algo similar parece estar ocurriéndole a Keiko Fujimori. Si su bancada fuese menos numerosa, ella tendría casi la misma cuota de poder pero no tendría que perder tiempo ni arriesgar su prestigio político para mantenerla unida. Quién lo hubiese dicho.