"Trump quiere incrementar los aranceles de EE.UU. con respecto al resto del mundo, por encima de lo negociado en las últimas décadas".
"Trump quiere incrementar los aranceles de EE.UU. con respecto al resto del mundo, por encima de lo negociado en las últimas décadas".
/ MIKE STONE
Ian Vásquez

Es posible –yo diría probable– que el presidente Trump sea reelegido. Si ocurre así, todo indica que él empezará a desmantelar el sistema comercial internacional.

Trump es un proteccionista confeso y su nacionalismo económico ha afectado a los socios comerciales más importantes de Estados Unidos sin importar si tradicionalmente se han considerado aliados de ese país o no.

México ha sufrido ese trato ante la amenaza de Trump sobre cancelar el tratado de libre comercio en Norteamérica, algo que no se realizó porque en su lugar se negoció otro tratado más proteccionista. El nuevo acuerdo claramente perjudica a los mexicanos, comparado con el anterior. Pero el nuevo tratado es superior a no tener uno, por lo que los mexicanos sienten cierto alivio.

¿Será que el trato con México nos dice algo respecto de las venideras políticas comerciales de Trump con el resto del mundo? El futuro del sistema comercial internacional fue uno de los temas que trataron renombrados economistas de las Américas durante la reunión anual del Álamos Alliance en México a la cual asistí la semana pasada. La presentación de Douglas Irwin, probablemente el experto comercial más destacado de EE.UU., fue desalentadora.

Hasta ahora, Trump no solo ha cancelado acuerdos comerciales potenciales, sino que ha aumentado el grado de proteccionismo respecto de México, el acero, y China. Además, EE.UU. cada vez más promueve el comercio dirigido en vez del comercio libre. Por ejemplo, el nuevo acuerdo con China obliga a ese país a comprar 55% más en bienes y servicios estadounidenses de lo que hizo en el 2017.

Los aranceles producen una cascada de proteccionismo. Por ejemplo, por cada trabajador estadounidense que labora en empresas que producen acero, hay 80 estadounidenses que se desempeñan en industrias que usan acero. Los aranceles al acero elevan sus costos, por lo que esas industrias terminan pidiendo protección también, cosa que ya está resultando en más proteccionismo.

Irwin resalta el papel que ha jugado el libre comercio en promover la prosperidad, la paz y la cooperación internacional bajo un sistema de reglas que el mismo EE.UU. creó el siglo pasado. Pero ahora Trump está debilitando la Organización Mundial del Comercio (OMC) que sostiene ese sistema. Lo está haciendo en tres áreas: la contratación pública, la solución de diferencias comerciales y la cantidad acordada de aranceles a escala mundial.

Trump está considerando retirarse del acuerdo sobre la contratación pública que permite que empresas extranjeras en EE.UU. y países alrededor del mundo contraten con los gobiernos. Una política que discrimina a empresas extranjeras reduciría la competencia, elevaría los costos para los contribuyentes estadounidenses, e invitaría el mismo tipo de política en otros países, reduciendo así la calidad de servicios y el comercio internacional.

Trump también ha socavado el Órgano de Apelación dentro de la OMC. Allí, las disputas comerciales se resuelven, pero Trump ha bloqueado el nombramiento de nuevos jueces para ese órgano y ahora no puede funcionar por falta de un número mínimo de magistrados. La Casa Blanca critica a este órgano, pero no ofrece soluciones. Todo esto socava una función crítica de la OMC.

Por último, Trump quiere incrementar los aranceles de EE.UU. con respecto al resto del mundo, por encima de lo negociado en las últimas décadas. Esto violaría las reglas de la OMC. El resultado podría ser el caos en las políticas comerciales internacionales, a no ser que se renegocie la OMC. Como en el caso de México, la estrategia de Trump parece que será: “Haz lo que quiero o destruyo el acuerdo”.

Desafortunadamente, las amenazas de Trump son creíbles, por lo que podemos esperar un mundo menos próspero y libre de lo que podría ser.