¡Hueleguisos al ataque!, por Ricardo Vásquez Kunze
¡Hueleguisos al ataque!, por Ricardo Vásquez Kunze
Ricardo Vásquez Kunze

A un grupo de periodistas que merodearon a PPK en el último tramo de su campaña de segunda vuelta se les ha metido en la cabeza, según leo, que es una buena idea y señal que el presidente electo se maneje, en los dichos y en los hechos, fuera de los parámetros esperados para quien ejerce su investidura porque “eso es hacer política”. 

Así, estas asesorías disfrazadas de análisis parecen sugerir que PPK debería seguir el derrotero de la realpolitik, entendiendo a esta como la que pinta un escenario en el que el presidente electo y su gobierno están frente a un “enemigo” que se llama Congreso porque allí no solo no tienen mayoría sino, y sobre todas las cosas, porque esa mayoría es una “dictadura” llamada Fuerza Popular.

En ese sentido, la heterodoxia en el quehacer y la comunicación política que estos “espontáneos” ensalzan y recomiendan entrelíneas para PPK es principalmente la de gobernar sin el Congreso o, peor aun, contra él (no por nada han celebrado como una suerte de “genialidad” el hecho de que PPK promoviera en La Oroya una marcha de sacrifico contra el Congreso –“fujimorista”– por parte de los 2.000 trabajadores de la cuestionada empresa Doe Run, para que siga funcionando, pese a sus reiterados incumplimientos con la ley). 

Y es que lo que parecería un disparate para cualquiera con dos centímetros de frente, para los fanáticos no lo es. De hecho, fueron varios de estos mismos periodistas los que en el tramo final de este gobierno hinchaban para que Cateriano hiciera lo mismo que cuchichean hoy a PPK, o sea, un enfrentamiento directo con el Congreso que permitiera aplicar los mecanismos constitucionales para disolverlo y convocar a nuevas elecciones legislativas en las que, se supone, las fuerzas políticas se recompondrían favorablemente a los intereses del gobierno de turno.  

Era obvio, entonces, que un gobierno de salida, y con la popularidad por las patas de los caballos, no tenía la menor posibilidad de hacer lo que sugerían entonces estos hueleguisos del poder, ayer con Humala y hoy con PPK. 

Ahora, con un gobierno de entrada, el ‘timing’ parece más oportuno para, de ser el caso, empujar sus tesis y recomponer el escenario electoral en el Legislativo y ajustar cuentas con el fujimorismo. Pues de eso se trata todo para estos fanáticos.

Pero la realpolitik es esta. PPK no tiene el talante de dictador (pues de eso se trata gobernar “sin” o “contra” el Congreso) ni de querer meterse en crisis constitucionales cuyas consecuencias políticas casi siempre terminan muy mal para el país. 

De suyo va que bastaría que se escuche la opinión del presidente electo sobre Venezuela (“Hubo una elección y ahora el gobierno trata de mermar la autoridad de quienes ganaron la elección en el Parlamento”), como para que ciertos coleguitas no insistan más en disparates.