Estos son días sumamente difíciles. No hay cómo edulcorar esa realidad. Pero son días que podrían hacerse peores si nos dejamos ganar por el fatalismo y la resignación, dos maneras de poner la determinación en suspenso. El Perú ha remontado anteriormente crisis profundas, algo que hizo recurriendo a sus comprobadas reservas de resilencia, solidaridad y tesón. Es hora de volver a ellas. En este especial hay ejemplos concretos de peruanos que, lejos de rendirse, le han plantado cara al virus. Y hay ideas esperanzadoras, aunque no inocentes, de cómo aprender de la desgracia y marcar el rumbo hacia el otro extremo del túnel: la salida. No será fácil. Pero nadie lo hará por nosotros.
Una voluntaria que pese al cáncer acompañó por teléfono a adultos mayores, una campaña prestar bicicletas a médicos y la historia de la empresa que se reinventó para no despedir a sus trabajadores. Un empresario que donó codornices a sus vecinos en Lurín. Ellos son peruanos que han sabido poner el pecho ante la adversidad para seguir construyendo el Perú. Junto a ellos, se encuentran otros millones que día a día siguen buscando cómo ganarle a nuestros propios virus del alma.
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