Un ejemplo de este desorden es la Costa Verde, administrada por cinco alcaldes distritales y uno metropolitano. (Foto: Archivo)
Un ejemplo de este desorden es la Costa Verde, administrada por cinco alcaldes distritales y uno metropolitano. (Foto: Archivo)
Lourdes Fernández Calvo

Lima es una ciudad fragmentada en espacios cada uno más pequeño e uniforme que el otro. Como región, Lima tiene 10 provincias; y como provincia, tiene 43 distritos, cada uno de ellos liderado por un alcalde. Como metrópoli, debería gobernarse también en forma coordinada con el Callao, que también es región y provincia a la vez, pero está muy lejos de hacerlo. 

“Hay 43 distritos, cada uno con cientos de gerencias municipales, son como administraciones de pequeños reinos. ¿Cómo se gobierna una ciudad así? Es una locura”, opina el urbanista Carlos Fernández-Dávila. 

La Ley Orgánica de Municipalidades da autonomía política, económica y administrativa a cada uno de los municipios sobre sus jurisdicciones. Sin embargo, también establece que el que tiene la última palabra en las decisiones metropolitanas es el municipio de Lima

Para Fernández-Dávila, estas competencias otorgadas a los municipios han debilitado al alcalde metropolitano, quien debería ser el encargado de liderar las políticas de transporte público o de la zonificación urbana de suelos. Un ejemplo de este desorden es la Costa Verde, administrada por cinco alcaldes distritales y uno metropolitano, y que aún lucha por tener una uniformidad en toda su franja. 

“Necesitamos un arreglo institucional que permita dirigir el área metropolitana en conjunto, que me diga que si cruzo la avenida Faucett no paso a otro mundo, si no que sigo en la misma ciudad”, dice Raúl Molina, viceministro de Gobernanza Territorial. 

Menos son más

¿Es Lima una de las capitales más atomizadas de la región? Sin ir tan lejos, Bogotá está administrada por la Alcaldía Mayor de Bogotá, que está formada por veinte localidades, cada una de ellas con poblaciones de entre treinta mil y un millón de personas. Es decir, hasta tres o cuatro veces más grandes que los distritos limeños. Además, su presupuesto es hasta cinco veces mayor que el del municipio de Lima (US$6 mil millones). 

En Chile, el Gobierno de la Región Metropolitana de Santiago está liderado por un intendente que es designado por el presidente de la República. Este tiene capacidad para coordinar de manera interregional temas como educación y transporte. 

Según un reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la mayoría de las ciudades de la región tiene una gestión fragmentada en las políticas nacionales y locales de desarrollo urbano debido al rápido crecimiento poblacional. 

Para el viceministro Molina, Lima debe ir camino a la unificación y el primer paso para ello son las mancomunidades (municipios colindantes agrupados), creadas hace diez años, pero que aún son políticamente débiles. 

Miguel Saldaña, vicepresidente de la mancomunidad de Lima norte, asegura que los siete municipios que integran esta entidad han tenido logros como uniformizar las políticas de serenazgo, pero reconoce que, sin un liderazgo metropolitano y sin recursos propios, no se puede avanzar mucho. 

En tanto, el viceministro Molina asegura que su sector restringirá al máximo la creación de más distritos y que buscará dar más poder a las mancomunidades.

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