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José Carlos Requena

La semana que concluye ha sido una extraña mezcla de esperanzas y desesperanzas, que trascienden el ámbito político. La ilusión no solo fue fruto de los resultados futbolísticos. También la quiso inyectar el presidente del Consejo de Ministros, Fernando Zavala, en su presentación en el Parlamento, donde acudió el jueves 7 a sustentar el proyecto de presupuesto nacional para el año 2018.

“Apostemos por construir juntos el Perú que merecemos”, alentó Zavala al final de su presentación, tras responder las numerosas intervenciones de los congresistas de todas las bancadas. A miles de kilómetros de la plaza Bolívar, la realidad interpelaba: ¿Qué Perú merecemos?

Quizás aquel que mantiene una zona como el Vraem, cuyo estado de emergencia se renueva periódicamente desde hace más de treinta años. Como se sabe, el miércoles 6, tres suboficiales de la policía murieron en una emboscada en la zona de Tucujasa, en el distrito de Paucarbamba (Churcampa, Huancavelica). Una infografía de El Comercio –publicada el 8 de este mes– detalla que desde abril del año pasado han sido asesinadas 22 personas en ataques similares.

Es probable que también merezcamos aquel país que ve, inmutable, cruentos asesinatos en la Amazonía. El viernes 1 de setiembre, seis agricultores fueron ultimados por decenas de desconocidos, en Rayal, en Nueva Requena (Coronel Portillo, Ucayali). Para la Federación de Comunidades Nativas del Ucayali y Afluentes (Feconau), el hecho evidencia “el conflicto latente por tráfico de tierras, tala y comercio ilegal de madera, deforestación indiscriminada”. Según la federación, la situación es propiciada por el “Gobierno Regional de Ucayali y los grandes inversionistas que ingresan a la Amazonía para sembrar grandes extensiones de monocultivo de palma aceitera y otros agronegocios”. Extensos reportajes en el portal Convoca.pe sustentan estas denuncias.

Posiblemente también debamos honrar aquella bipolaridad que presenta una región como Ica, que exhibe envidiables cifras de progreso económico mientras convive con un alto grado de corrupción (denunciada esta semana por su propio gobernador regional, Fernando Cillóniz) y con una creciente violencia (9,6 homicidios por cada 100 mil, por encima del promedio nacional de 7,7, según el INEI). La semana que termina, ocho personas fueron asesinadas brutalmente en la región.

Quizás otra frase de esta semana describa mejor el país que, por ahora, merecemos: el desastre que veía Julio Velarde, el presidente del BCR. “No es broma, somos un desastre y eso hay que decirlo claramente”, señaló Velarde para referirse a aspectos que debían brindar un buen soporte al entorno económico. Aplicado al pasivo social, el llamado de atención desafía, mientras la pregunta se reitera: ¿Qué Perú merecemos?

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