Belaunde Lossio en Bolivia: El silencio como estrategia
Belaunde Lossio en Bolivia: El silencio como estrategia
Redacción EC

¿A qué juega ? ¿A victimizarse en Bolivia para alcanzar refugio o en realidad teme por su vida? ¿El gobierno de Humala lo persigue o mejor decimos que lo ayudó a salir? En todo esto pienso cuando el miércoles pasado un hombre se me acerca en la salida de internacionales del aeropuerto de Santa Cruz. Es joven y musculoso, camina como cantante de rap, pero en realidad es un guardaespaldas experimentado.

–Hola, Milagros. ¿Cómo estás? Es hora de irnos.

Es lo único que me dice y yo camino detrás de él sin conocer el rumbo. A mi lado también está Willy Neyra, productor de exteriores de América Televisión y responsable de que el programa “Sin peros en la lengua” salga en vivo desde Bolivia.

Martín Belaunde Lossio nos ha prometido una entrevista en vivo, no quiere grabar. Es miércoles, hace mucho calor y camino detrás del hombre pensando en qué momento veré al ex amigo de la pareja presidencial, hoy metido en serios problemas por su participación en el Caso ‘La Centralita’ y por otras serias denuncias sobre la empresa Antalsis, que ganó S/.150 millones en licitaciones con el Estado.

Belaunde Lossio ha dicho que no ha cometido un solo delito y que no ha tocado un solo sol del Estado, que sí ganó con Antalsis porque le daba maquinaria para construcción, pero no ha querido revelar cuántos miles de soles se llevó al bolsillo. ¿Conoce a Rodrigo Arosemena, ex gerente de esta empresa? Martín asegura que no, pero Juan Carlos Rivera Ydrogo, más conocido como ‘Chocherín’ en Palacio, sí es su amigo y él también está bajo el manto de la sospecha. Dos hermanos de ‘Chocherín’ han muerto de infarto en los últimos meses y todo por culpa de las denuncias periodísticas.

‘Chocherín’ está destruido, me dice molesto mientras maneja su camioneta. El joven desconocido me dirá esto, después de que camine detrás de él por el estacionamiento del aeropuerto. Hablamos del clima y yo trato de imaginar cómo estará Belaunde Lossio. La duda se despeja cuando llegamos a una lujosa camioneta Mercedes-Benz, plateada. El chofer es Martín, tiene una gorra y lentes oscuros, tiene por lo menos 20 kilos menos. En el avión que viajé también venían el congresista Sergio Tejada, su esposa y sus dos hijos, pero Martín no lo ha visto salir, no se han encontrado. Tejada nunca fue su amigo.

Ilusa, pensé que el hombre más buscado del Perú me esperaría en un lugar secreto al que llegaría encapuchada. Pensé de todo menos que el mismo Belaunde Lossio fuera a recogerme. Caminaba tranquilo en Bolivia hasta que llegó la comisión de alto nivel enviada por el Gobierno Peruano, esa es la impresión que me dejó. Ese miércoles fuimos al Hard Rock Café a almorzar. Pidió un platón de nachos y no dejó de chequear sus mensajes en su tablet blanca, donde guarda expedientes, fotos, archivos de sus acusaciones, todo. Quien contesta su teléfono es el hombre que cuida sus espaldas. Él jamás.

Belaunde Lossio detesta a los periodistas porque dice que por culpa nuestra está como está, tampoco tiene palabras amables para la pareja presidencial. Creo que está convencido de que lo han traicionado. Enumera uno a uno a los congresistas nacionalistas, a todos los que hoy le han dado la espalda. Saben que trabajó en las dos campañas de Humala aunque quieran desconocerlo. De hecho ya son varios los testigos que aseguran que él fue el enlace con los líderes regionales, pero es la campaña del 2006 la que despierta mil sospechas por el dinero conseguido. ¿De dónde sacó para pagar a Nadine Heredia por sus análisis marketeros de la calvicie y la palma aceitera? Belaunde ha dicho más de una vez que el dinero no llegó de Venezuela, pero hoy nadie parece creerle.

–¿Es verdad que piensas que todo lo que hagan los políticos y periodistas al final te conviene, que todo abona a tu estrategia?

El hombre guarda silencio. El acoso de los medios solo ocurre en el Perú, me dice de pronto. El periodismo está lleno de gente calculadora, sentencia con rabia.

Sigue manejando y despotricando contra los periodistas peruanos. Los llama cuervos. Cree que todas las denuncias e investigaciones responden a un solo objetivo: defender el modelo económico que impera, dejar solo en carrera a García, Keiko y PPK en el 2016, anular a la izquierda o lo que quede de ella.

–¿Cómo llegaste a Bolivia?

Silencio.

–¿Es verdad que estuviste en Brasil durante el Mundial?

Otra vez el silencio.

La información que manejo es que Belaunde Lossio se fue en mayo, un día antes de que le dictaran prisión preventiva, que llegó días o quizá horas antes de entrar a Bolivia en diciembre pasado. No tengo cómo confirmarlo con él porque su silencio es sepulcral, pero el que calla otorga. Eso pienso. También estoy casi convencida de que Urresti nos vendió un cuento chino cuando decía tenerlo cercado.

–¿Cuéntame, Martín, qué has negociado? ¿Qué significa eso de que no te vas gratis a la cárcel?

–¿Por qué no dices la frase completa? Yo dije que no he cometido un solo delito y que gratis no me voy a la cárcel, eso dije, que quieran interpretarlo de otros modos ya no lo puedo evitar.

–¿Y qué has negociado? ¿Tu silencio a cambio de otros silencios?

Belaunde Lossio se enoja cuando le hablan así. Dice que no es traidor, que no negocia, que es radical, que no tiene jefes y que tampoco teme que hablen porque no tienen mucho que decir.

“Está claro que el gobierno me persigue”, lo dice mientras cenamos horas después en uno de los mejores restaurantes de Santa Cruz. Yo no tengo mucho apetito, él tampoco.

Por la tarde le dijeron que unos policías habían ido a su casa de La Paz a ofrecerle cuidado y no se ha quedado tranquilo. Mira a todos lados cuando ingresa a un lugar público, no está tranquilo. Habla de política todo el tiempo, de las próximas elecciones, del modelo económico. Habla de su corazón que dice estar unido a la izquierda peruana. Habla de su familia, de sus hijos, de su madre. Su familia es su mayor preocupación y espera verlos pronto. Eso es lo que más desea: verlos. Si algo es evidente, es que no pasa penurias y que tiene negocios en Bolivia. No quiere decir cuántos denuncios mineros tiene, pero sus bisnietos pueden dormir tranquilos. Eso me queda claro.

Encerrada tres días en un hotel solo espero su comunicación para encontrarnos una y otra vez, pero cuando llega el sábado desaparece y cancela la entrevista con una esquela dejada en recepción. Belaunde Lossio no cumple su palabra porque, dice, teme por su vida. Se habla de un asalto el viernes por la noche a su casa, de una escapada en medio de balazos. Una perfecta historia para ser contada en Conare.

El lunes pasado me alejo de Santa Cruz con una entrevista cancelada y con su promesa de que si decide dar entrevista a un medio peruano seré la primera en preguntar, que por ahora corre mucho riesgo.

El viernes por la noche veo en la televisión una promoción del programa “Día D”. Belaunde Lossio les ha dado una entrevista. Le escribo y le pregunto por qué cambió de opinión y solo me contesta que necesitaba una entrevista “humana” y no “política”. Que yo le iba a hacer demasiadas preguntas políticas que por ahora no le conviene contestar.

El viejo juego de quien guarda silencio para asustar a los otros que también guardan silencio, el viejo truco de un fugitivo que decide hablar cuando él siente que es útil para su estrategia.

–Si dices que todos mienten y que atentan contra tu honor, deberías hablar y contar toda tu verdad, ¿no te parece?

La pregunta solo tiene otro largo silencio como respuesta.

–¿Si dices temer por tu vida no es bueno que hables y que sepan todo lo que tú sabes?

–No te preocupes. Si algo me pasa, yo he dejado un video con un amigo periodista de Bolivia.

Esa es su respuesta final.