“Cuando Keiko le hizo la propuesta de ser candidato, le dijo: ‘Te van a dar duro’. Columbus tiene claro el sentido de la frase”. (Ilustración: Giovanni Tazza/El Comercio)
“Cuando Keiko le hizo la propuesta de ser candidato, le dijo: ‘Te van a dar duro’. Columbus tiene claro el sentido de la frase”. (Ilustración: Giovanni Tazza/El Comercio)
Fernando Vivas

me cuenta que en las redes le han puesto Pilón, el amigo de Popeye que devora hamburguesas. Lo saco de su error: en realidad, hace tiempo lo conocemos así en varias redacciones. Las redes no han descubierto nada. Igual, está encantado: es fan de Pilón y lo confirma describiéndome entera una secuencia en la que su sosias persigue a un pato con una moledora de carne (ya ubiqué la referencia exacta: el episodio se llama “Popeye the Sailor meets Sindbad the sailor”, de 1936).

Cualquier candidato quiere que le endosen la simpatía de un dibujo animado, aunque ¿de qué le sirve hoy a Kenji Fujimori haber pasado por un ‘avenger’?, ¿de qué le sirvió a Fernán Altuve-Febres autoescarnecerse como ‘Huevo Duro’ en la campaña del 2010, salvo ser el único regidor elegido de su agrupación? De cualquier forma, estas son anécdotas de márketing electoral. Lo que tiene que resolver Diethell es cómo salir adelante con una candidatura para un partido que apenas sacó 2,8% con Alberto Sánchez Aizcorbe en el 2014, pero que casi gana la presidencia y consiguió mayoría absoluta en el Congreso; o sea, que el sillón de Lima les importa y les impacta poco.

—Cuestión de Ética—
ha tenido una temporada bastante dura. Ni siquiera pudo festejar en grande el tumbarse a PPK, empujándolo a renunciar tras una conferencia de prensa y unos videos que nos dejaron boquiabiertos. El forado que dejaron los ‘avengers’ de Kenji implicó la pérdida de la mayoría absoluta y la posibilidad de perder la presidencia del Congreso, y los videos del escándalo echaron luces sobre las faltas de varios fujimoristas, incluyendo al protagonista del destape, Moisés Mamani. Mientras el gobierno se reconstruía con Martín Vizcarra, un reducto de la ‘gobernabilidad congresal’ naranja, la Comisión de Ética, implosionaba con el caso de Yesenia Ponce, cuyas faltas hicieron insostenible blindarla.

El presidente de esa comisión, el pastor evangélico fujimorista Juan Carlos Gonzales, renunció para forzar una recomposición que aún no se da. Hablé con dos fujimoristas que me dieron a entender que ya han decidido ceder la cabeza a otra agrupación y así lo han conversado con otras bancadas (la mayoría simple ya la habían cedido, pasando de contar con 5 de 9 a 4 de 9). También me dijeron que, aunque no se había tomado una decisión de ‘bankada’, la cúpula ya le había bajado el dedo a Ponce, pero Gonzales y los otros miembros fujimoristas de la comisión no supieron o no quisieron interpretar el sentir de los de arriba. Por lo tanto, Gonzales habría renunciado no solo por pudor propio sino por contravenir a la cúpula. Por todo esto, la suerte de Ponce ya estaría echada, si se tiene en cuenta, además, otro dato que me contaron fuentes naranjas: ella habría estado entre el grupito que organizó Mamani (los otros eran, tal como ya se ha revelado, Modesto Figueroa y Carlos Ticlla) para seducir a los operadores ‘ppkausas’ con la idea de que iban a cambiar su voto, solo que a aquellos les pareció más prudente que ella –que ya tenía una imagen voluble y controversial– no participara en las reuniones.

En este contexto, el arranque de la era Vizcarra en armonía con FP y las elecciones locales y regionales son dos factores para reanimar al partido y patear hacia adelante los problemas no resueltos de identidad y cohesión interna. Por otro lado, el kenjismo de base, que existe aunque Kenji no haya sido activo como dirigente del partido, ha sufrido una merma considerable: “Si antes eran 50 ahora serán 10”, me dijo un keikista de corazón.

—Te van a dar duro—
Con tanta sorpresa y joya seleccionada para candidatear, un dirigente de Fuerza Popular me dice que esperan que “la ventanilla única funcione de verdad”. Se refiere al servicio del JNE que revisa los antecedentes de los candidatos. Ciertamente, los partidos están obligados a purgar a sus candidatos torcidos, pero las cosas mejorarían si el JNE los (y nos) alertara oportunamente de mentiras, incompatibilidades y prontuarios omitidos en las hojas de vida.

FP aún está en fase de selección de invitados que la cúpula propondrá para que sean aclamados por las bases. La primera plaza nacional, Lima, mereció más discusión que otras. ¿Por qué Columbus?, pregunté, indagando si su condición de ex opinólogo entró a tallar. Me contestaron que más que eso pesó el proceso que este había iniciado en la periferia del partido (no es militante, pero ha prometido serlo como años atrás lo fue del PPC): entró de asesor a la Comisión de Seguimiento de Incorporación del Perú a la OCDE, que preside la fujimorista Cecilia Chacón. Enterados de su background de 15 años en diversas municipalidades (San Isidro, Pueblo Libre y Jesús María), lo invitaron a dar charlas de capacitación a comités distritales de FP. “Ahí hizo clic con las bases”, me dice un entusiasta de su candidatura, y Keiko Fujimori lo invitó a encargarse del plan de gobierno municipal. Luego, barajaron varios nombres, antes de jugar la apuesta del joven chancón con mucha chamba municipal a cuestas, que vivió su infancia en Comas y se formó en la educación pública, titulándose de abogado en la Universidad Villarreal.

Hasta hoy, Columbus no aparece en las encuestas, pues su precandidatura (falta que sea aceptada y aclamada en un próximo evento partidario, pero es la apuesta definitiva del CEN de FP) es reciente; pero si al menos excede los 3 o 4 puntos de los varios candidatos que suelen entrar a la danza limeña, tendrá el respaldo pleno de la maquinaria naranja. Y, claro, pasará por la molienda de los antis. Columbus me contó que cuando Keiko le hizo la propuesta de ser candidato le dijo: “Te van a dar duro”, y tiene claro el sentido de la frase.

El Mundial va a tranquilizar la política –es el ‘wishful thinking’ de todos los consultados en esta crónica– pero una vez que acabe, a ajustarse los cinturones en la carrera por Lima.