"BCR: autogol del fujimorismo", la columna de Enrique Pasquel
"BCR: autogol del fujimorismo", la columna de Enrique Pasquel
Enrique Pasquel

Empecemos por descartar dos erróneas ideas que han sido lugar común en estos días. Uno: La elección de Chlimper y de Rey para el directorio del BCR no ha sido un acto de autoritarismo. La bancada naranja pudo tomar esa decisión gracias al número de congresistas que obtuvo en elecciones democráticas. Y, así, la Constitución les da el derecho de elegir a los miembros del BCR sin lograr un consenso con otros grupos parlamentarios. Dos: En la práctica, Chlimper y Rey no suponen un riesgo alto para la política monetaria. La razón es que son solo dos votos en un directorio de siete que sigue siendo asistido por el cuerpo técnico de economistas más sólido del país.

Todo esto, por supuesto, no significa que la elección de estas dos personas haya sido acertada, ni mucho menos. Rey no tiene mínimos conocimientos sobre política monetaria, con lo cual incumple el primer requisito que exige la ley (y el sentido común) para ocupar ese puesto. Chlimper, por su parte, es un personaje de moral controvertida por los fuertes indicios de su participación en el escándalo del audio manipulado que, probablemente, haya sido lo que le costó la elección a Keiko. Además, se trata de un conocido exportador, lo cual le genera un conflicto de intereses para integrar el directorio del BCR, ya que los resultados de su negocio dependen en gran medida del tipo de cambio que esta institución influencia. Finalmente, es secretario general de Fuerza Popular, lo que implica que tiene una vinculación partidaria demasiado fuerte como para cumplir con la independencia política que requiere un director del BCR.

La elección es una pena para una institución que, sin duda, es la isla de excelencia más destacada y reconocida de la burocracia peruana. Pero, al final del día, representa también un tropiezo para el fujimorismo. Y es que, si bien en el corto plazo los naranjas han logrado una cuota de poder adicional dentro del Estado, han reforzado también la idea de que prefieren el pago de favores a los adeptos, la colocación de incondicionales en los puestos públicos y la cuchipanda partidaria en vez del refuerzo de la institucionalidad del país. Es decir, nuevamente (como hicieron con la elección del defensor del Pueblo), le han dado en el gusto a sus críticos probando que es cierto que piensan en ellos antes que en el Perú. Con eso, por supuesto, siguen alimentando a los fantasmas que los han perseguido en elecciones pasadas, que han impedido que alcancen la presidencia y que los seguirán persiguiendo a este paso en elecciones futuras.

Si el partido de Keiko Fujimori quiere lograr que las elecciones peruanas dejen de decidirse por el voto antifujimorista, tiene que demostrar que para ellos el Perú está primero y que han dejado atrás las prácticas de su vergonzoso pasado noventero. Lo lograron, por ejemplo, con la elección del destacado Elmer Cuba para el BCR. Y también apoyando la candidatura del intachable y reconocido José Luis Sardón en el Tribunal Constitucional durante el gobierno pasado. Pero, a diferencia de estos casos, la elección de Rey y Chlimper no es más que un torpe autogol para una agrupación que sueña más que nada con lograr la presidencia en algún momento y que sigue dando argumentos contundentes a quienes se oponen a que esto suceda.