El alargamiento de la cuarentena por 13 días adicionales pone aún más a prueba la capacidad nacional de dirección, de coordinación, de recepción y procesamiento de ideas, de resistencia económica, social y hasta sicológica. Hasta el momento, no cabe duda de que tenemos liderazgo. El Gobierno logra coordinar al Estado en su conjunto, comunica y recibiría facultades legislativas.
Se criticó al Congreso por reunirse, pero tenía que hacerlo para aprobar las facultades y modificar su reglamento a fin de poder reunirse virtualmente. Pareciera que hubiésemos pasado de la confrontación política estridente a la unidad nacional sin fisuras, en nombre de la cual algunos quisieran prorrogar también el cierre del Congreso. En el fondo estamos en lo mismo: la lucha contra un enemigo (interno o importado) que potencia al gobernante.
Pero mantener parado alrededor del 60% del PBI o más durante casi un mes es un desafío a los dioses. El daño puede ser catastrófico. Poderes casi absolutos en manos del Ejecutivo son necesarios para afrontar un desafío como ese, pero pueden ser un incentivo no solo a proscribir las críticas, sino a no escuchar. Hasta el momento, sin embargo, la coordinación con el sector privado está funcionando. La ministra de la Producción tiene un chat colectivo permanente con los gremios que ha servido para dar normas para viabilizar la cadena productiva en alimentos y medicamentos y para resolver impasses de circulación de insumos o de trabajadores o de acceso a los puertos.
La comunicación con la ministra de Economía es también permanente, y el presidente ha anunciado que formará un grupo de trabajo con el sector privado para ver las medidas. Esos foros debían servir no solo para definir decisiones de alivio temporal –postergación de pagos, subsidios, etc.–, sino para ir reincorporando paulatinamente a la producción a algunos sectores hoy parados, aun dentro de la cuarentena.
Si tuviéramos una cantidad suficiente de pruebas moleculares, las minas, industrias y agroexportadoras, por ejemplo, podrían aplicarlas a sus trabajadores aislando a quienes dieran positivo, y de esa manera poder operar. Pero recién anteanoche Perú Compras recibió el pedido del Instituto Nacional de Salud, una demora inexcusable, pese a que Corea había enviado una cotización el viernes para 500.000 pruebas, a la que no se le hizo caso. Y ahora puede ser muy tarde porque, según el NYT, Trump llamó anteayer al presidente coreano para comprarle el stock y ya no quedan más en el mercado mundial. Quizá el sector privado debería comprar directamente, si encuentra. De lo contrario, según Fabiola León Velarde, podrían fabricarse acá unas pruebas antigénicas que son mejores que las serológicas que están llegando de la China, porque evalúan la proteína que tiene virulencia.
El restablecimiento de la economía es fundamental. Mientras tanto, vemos diversas iniciativas solidarias de parte de empresas y gremios, donaciones de alimentos, equipos y dinero. Eso está funcionando. Había ideas para transferir los 380 soles vía los celulares prepago o billeteras móviles (BIM), que no se han aplicado. Hay que juntar cerebros tecnológicos. Y juntar a los mejores economistas, algo que todavía no ha ocurrido, para formular propuestas. Hay que romper barreras para salir adelante.