Los últimos años han sido los más emocionantes, agitados y sin duda complejos para la coctelería peruana. Ni la pandemia frenó los avances de este rubro (¿se puede hacer un delivery de negronis, pisco punchs y mojitos de calidad? La respuesta resultó ser que sí) y Lima se ha consolidado como una capital salpicada de vanguardia. Desde el misterio de los ‘speakeasies’ hasta la vibrante experiencia en los ‘rooftops’: hay algo para todos, y hay algo para cada ocasión.
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Abrir un bar de autor (algo muy diferente a tener un restaurante con una buena barra), no obstante, sigue siendo un reto inmenso. Se necesita reunir una serie de factores —ubicación, ambiente, buena carta de comida—, pero sobre todo se requiere de mucha valentía. Los limeños somos curiosos, pero nos cuesta salir de la zona de confort. El ‘bartender’ Joel Chirinos, dos veces ganador de la competencia World Class en el Perú —pase la página para conocer más sobre este encuentro, el más prestigioso de este sector, en su edición 2023— lo sabe muy bien. Chirinos está al frente de Limaq, su primera propuesta en solitario, y la emoción lo desborda. No es para menos.
La capital del Perú es el punto de partida y gran inspiración. En este primer menú encontramos seis cócteles de autor —irán cambiando temporada a temporada— y una buena lista de clásicos servidos al estilo de Chirinos. No sé bien por qué experiencia empezar, pero sé que quiero conocer de ambas. De la autoría de Chirinos llegan Suspiros, Limapolitan y Tapadas (pueden ver la descripción en las fotos que acompañan la nota), además de un extraordinario Chiflado —sí, inspirado en el chifle— con Flor de Caña 12, mix de plátanos, Fino Sherry y canela de Saigón.
Están también un Flor de la Canela, con gin Citadelle, maíz morado, lavanda, maraschino Luxardo y agua tónica, además de un potente Perricholi, servido no con pisco sino con tequila Don Julio reposado, tomillo, Luxardo Bianco Bitter y aire de piña. De la lista de cócteles clásicos, recomiendo encarecidamente el pisco sour —Joel lo sirve siguiendo su propia técnica, sin agitarlo, sino más bien mecerlo lentamente— y la piña colada, una suerte de premio al espíritu y la garganta que, lejos de su presentación tradicional, cumple el objetivo de transportar a todo aquel que la consuma a algún paraíso mental. La oferta de comida, dicho sea de paso, es un enorme acierto en el concepto. Tartar de bonito, langostinos al ajillo y salsa de ají amarillo, pizzas y otros antojos para compartir —o probar como plato personal, nadie juzga— terminan de darle forma a esta visita. //
Nuevo en el barrio
Limaq tiene una ubicación que podría parecerle conocida: el bar ocupa el local que durante muchos años fue Malabar, famoso restaurante de comida amazónica comandado por Pedro Miguel Schiaffino. Chirinos ha decidido mantener la fachada pintada totalmente de negro. Incluso las ventanas están tapadas desde afuera. Adentro, otro es el ambiente.
De temporada
Uno de los pilares de este concepto está en el cambio de menú cada tres meses, no solo en función a los ingredientes disponibles (como la granada, que solo se encuentra en determinados meses), sino también para fomentar la vanguardia.
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