Olenka es un nombre de origen ruso –según algunas búsquedas en Google, vendría a ser la traducción de Olga– y significa divina, bendecida, inmortal. Ningún otro podría haber sido el destino de Olenka Zimmermann (que no es ni rusa ni alemana, sino chalaca) que la inmortalidad, precisamente.
Estrella de las pantallas noventeras, diseñadora de bikinis, conductora, musa del rock y librepensadora, Zimmermann continúa vigente a los 51 años sin traicionar la filosofía de vida que la ha acompañado desde el principio. La suya es la historia de una mujer que rompió estereotipos, no por enseñar el cuerpo, sino por desnudar su mente de prejuicios.
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Al frente del programa Crónicas de impacto desde hace casi dos años, es en este punto de su vida donde mayor provecho le está sacando a su rol de figura televisiva. Lejos de la condición de diva que su estatus podría atribuirle, Olenka es frontal, fresca y cercana. Conoce muy bien cuáles son sus ángulos, sin duda, pero queda claro que lo último que tiene es pose.
LAS CONFESIONES DE UNA MUJER DE IMPACTO
Empezaste joven, 15 o 16 años, a modelar. A eso te has dedicado toda tu vida; ¿supiste que querías hacerlo desde el principio?
Para nada. Cuando era chica quise ser hasta policía, por Los ángeles de Charlie; nunca se me ocurrió ser modelo. Pero sí crecí interesada en el mundo de la moda porque en mi infancia tuvieron un rol protagónico mi madre y mis tías. Las recuerdo siempre muy bien vestidas, fachosas, se hacían las tocas, se ponían pestañas postizas, las uñas, el delineador marcadito. En los años setenta mi mamá se fue a vivir al Callao con sus cinco hijos y se volvió salsera, hippie chic. Mis tías se pintaban el pelo entre ellas, no usaban brassiere y llevaban transparencias muy sutiles, porque así de libre era esa generación.
Eso tiene que haber influenciado en la manera en la que entendías el cuerpo femenino, de forma muy natural.
Definitivamente. Y disfrutarlo a través del baile. Escuchábamos salsa dura, pero también rock. En mi casa el tornamesa era el más solicitado del barrio. Me acuerdo de que para esa época ya había varias mujeres divorciadas en ese grupo o mujeres que estaban pasando por un momento feo. Mi mamá –con su ejemplo– les daba cierta fuerza, yo creo. Como diciéndoles: la vida continúa. Los hijos son tuyos, el mundo es nuestro y pa’lante. Para mí ellas eran auténticas feministas.
El cuerpo se volvió sinónimo de libertad.
Totalmente.
¿Cómo definirías el concepto de sex symbol?
Desde chibola soy como soy. Las mujeres de mi infancia, las divas de los setenta, ellas son las sex symbols para mí. En esa época la mujer se empieza a liberar a través del rocanrol; puede tomar la píldora y tener sexo con el chico que le da la gana, sin que tenga que pedirle matrimonio. De eso se trata.
¿Te sientes feminista también?
Por supuesto. Además, yo no le pido nada a un hombre. Si no me funciona bien, chau. Incluso hasta en el tema de los hijos. Va a llegar un día en el que quizá, mira, ni siquiera necesite un hombre para tener un hijo (sí para engendrarlo, pero si no es buen padre, el mundo continúa). Hay que buscar buenos padres más que buenos esposos.
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Nunca te casaste. Hace un tiempo dijiste en Somos que no te veías durmiendo con el mismo hombre toda tu vida. ¿Eso no alimenta el mito de símbolo sexual?
No [ríe]. Es lindo tener una relación porque tú también avanzas. Mientras amas, mientras quieres a la persona, obviamente no hay que ser tacaña ni de corazón ni de bolsillo. No hay que ser roña con los sentimientos: hay que darlos porque es lo que vas a recibir. Pero no puedo dedicarme toda la vida a la misma situación; no solo con los hombres. No puedo vivir mucho tiempo en el mismo barrio, en la misma casa. Lo único que no cambia es mi familia, porque están rayados todos y tenemos tremendas personalidades. Cada vez que nos juntamos no sabemos cómo va a terminar...
¿Alguna vez has tenido situaciones donde tus parejas te han querido retener, atrapar…?
Era fatal. Salía corriendo, explotando. Rompo el techo como [el dibujo animado] Las Chicas Superpoderosas.
Hace poco declaraste que sufriste un episodio de acoso durante una novela. ¿Cómo has lidiado con eso a lo largo de tu carrera?
Pasó al inicio de las grabaciones y la corté al toque. Le dije [al sujeto] que si eso seguía, yo dejaba la novela. Me enjuiciarás, yo también a ti; me importa un comino lo que me estén pagando o ser famosa. Pero deja de llamarme para salir a cada rato, porque me estás pasando de vueltas. Y se sintió tontazo.
¿A estas alturas crees que los hombres te tienen miedo? ¿Se te acercan mucho?
Depende. En este país puede ser, porque soy conocida y el hombre es timidón. La pegan de bravucones, pero cuando están solos son bien pollitos. Parece que no hay mucha cultura del salir solo; acá la gente sale en mancha. Muchos piensan que porque una mujer sale sola es porque quiere que la levanten. En el extranjero no pasa eso, se te acercan educadamente. Si entras educado, y no como un idiota, todo bien.
¿Te ha pasado que algunos piensen que porque una mujer posa en bikini eso da a entender que la puerta está abierta?
Ah, sí. Una vez más te digo, es falta de cultura cosmopolita. Ni siquiera se han dado una vuelta por la selva.
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¿Cómo convives con esa imagen de sensualidad perpetua?
Es la imagen que hasta el día de hoy me da de comer. Para mí es mi chamba. No me molesta, amo los bikinis, tengo una línea desde hace años. ¿Con qué voy a ir a la playa, con wetsuit?
Hablemos del programa. Estuviste nueve años con Al sexto día (Panamericana) y ya llevas casi dos en Crónicas de impacto (Willax).
Me persigue eso de la chica de impacto. Ya tengo canas y siempre seré chica de impacto [ríe], es lindo eso. Este programa es algo más convencional. Si bien Al sexto día me dio el trampolín a las crónicas nocturnas, recién ahora el programa tiene que ver más conmigo. Antes era ajena a los reportajes; hoy me estoy metiendo en todos los mundos. O me zambullía en esto o me quedaba en la que lee el teleprompter.
¿Y redes sociales? Eres relativamente nueva en Instagram. ¿Te imaginas cómo habría sido esto antes?
Detesto que se metan en mi vida privada. Puedo ser atrevida, conchuda, pero vulgar no. Quizá jugaría con el Tik Tok porque puedes poner canciones. Pero mi tendencia siempre ha sido ser un poco caleta. La discreción es la mejor arma que puedes tener.
Has expuesto tu cuerpo, pero tu interior siempre te lo has guardado. ¿Cómo lo lograste?
Es algo energético. Así sea con una fotografía, te expones a la energía de otros. Por eso muchas terminan locas.
La belleza tiene sus pros y contras, porque tiene fecha de caducidad, como pasa con los futbolistas digamos. En ti no parece haber pasado mucho el tiempo, eso sí.
Sí se nota si nos ponemos a ver fotos… pero es porque no me he desfigurado la cara. No estoy en contra de ningún tratamiento, pero que te queden bien. Hasta para eso hay que ser sobria, son decisiones irreversibles.
¿Qué ha traído para ti ser bella?
Para empezar, no me considero bella, sino atractiva, fachosa. Es una cuestión de estilo. Me ha permitido ganarme un oficio donde sigo hasta el día de hoy. Lo aproveché como el alto aprovecha para ser basquetbolista o alguien elástico para ser bailarín de ballet.
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En este momento de tu vida, ¿cómo es tu relación con tu cuerpo?
Con la menopausia hay que cuidarlo más. Cumplo 52 en noviembre. Siempre lo he cuidado, pero hoy no lo hago de manera obsesiva: las obsesiones te llevan a cometer excesos. Ya no hago deporte todos los días, pero sí por lo menos tres veces por semana. En los noventa iba cuatro horas al día al gimnasio cada día, imagínate, hasta me cachueleaba dando clases. Para la cara yo soy loca de las cremas, los aceites; incluso tomar el sol a ciertas horas es beneficioso.
Cuando vas a la playa debe de ser difícil no notar tu presencia.
No creas, no me gusta exponerme. Si me dieran un poder, sería ser invisible.
Más sobre Olenka:
- Olenka fue la reina de publicaciones como Somos y Tv+ en la década del noventa. Su primera portada fue para esta revista, a los 16 años, con su rostro.
- En 2018, la conductora publicó su primer libro, un texto para niños titulado “Octavia y su Vía Láctea” (editorial Bizarro Juvenil).
- A inicios del 2000 lanzó una marca de ropa. Aún mantiene su línea de bikinis, que bautizó con su propio nombre.
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